La carestía de los alimentos, sin importar las razones, es más motivo para consumir los productos dominicanos. Los artículos extranjeros se han impuesto en el mercado nacional por su calidad y precios competitivos. Lo saben bien los fabricantes y productores nacionales, muchos de los cuales se han convertido incluso en importadores para eludir riesgos y obtener mayores dividendos.

Pero las importaciones, sobre todo de mercancías que se procesan en el país, tienen un impacto negativo para los productores.

A diferencia de otros tiempos aquí se cuenta con tecnología para competir en algunos renglones con mercancías importadas, en tanto en el campo agropecuario se está en plena capacidad de satisfacer las necesidades del mercado interno. No por mero nacionalismo, sino por la calidad y la ley de la oferta y la demanda, consumir lo nuestro debe ser la consigna.

En tal sentido ha sido muy atinada la alianza del Fondo Nacional para el Desarrollo Agropecuario (Feda) y la Confederación Nacional de Productores Agropecuarios (Confenagro) para promover el consumo de rubros cosechados en el país que compiten en calidad y precios con los importados.

Las importaciones, más por negocio que para conjurar escasez o combatir el acaparamiento, se han convertido de un tiempo a estar parte en el principal enemigo de los cosecheros. Pero ha de tenerse en cuenta que la gente no consumirá lo nuestro solo por nacionalismo. Tiene que existir la mayor garantía.