En modo alguno podía esperarse que la crisis en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) podía resolverse en una forma en que los principios pudieran resultar tan avasallados. La perplejidad, a pesar de las ponderaciones en uno y otro sentido, ha sido pues la secuela sobre el acuerdo que depuso la oposición del expresidente Leonel Fernández al proyecto de ley para reformar la Constitución. De una objeción de principios en que se había basado el exgobernante, el conflicto, que adquirió las características de lucha de poder, se superó sepultando posturas y, lo que es peor, abriendo espacios para la impunidad. Al menos según el punto 15 del convenio, que dice: “Asumir el compromiso de no accionar ni entablar instancias de apoderamiento a las denominadas Altas Cortes del País”. Es sabido que el quehacer político dista mucho de un ejercicio de caballeros, pero de ahí a renegar olímpicamente de posiciones antes que cantara un gallo hay mucha diferencia.
El Leonel Fernández que planteó que el proyecto de reforma que se había depositado en el Senado no ofrecía por sí solo suficientes garantías ni seguridad jurídica, desistió de su afirmación en cuestión de horas. Unos dicen que forzado por las circunstancias para evitar que el poder terminara por aplastarlo. Pero él no era ajeno a la lucha que libraba, como reconoció cuando dijo: “En cuanto a mi respecta, sé que desde que culminó mi última gestión de Gobierno, en 2012, he estado en el ojo del huracán de intereses en conflicto y ambiciones desmedidas de poder, que han procurado hacer mi voz irrelevante en el escenario político nacional”. Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos termina suscribiendo un acuerdo que lo más cercano a su tesis que recoge es la modificación de los artículos 270, 271 y 272 de la Carta que tratan sobre la convocatoria de la Asamblea Nacional Revisora, el quórum y el Referendo Aprobatorio.
Cada quien, como cabe suponer, ha interpretado a su manera el acuerdo y el discurso en que Fernández, que conste, no se opuso a la reforma constitucional decidida por el Comité Político. Lo que hizo fue condicionar la decisión a un referendo aprobatorio, bajo el entendido de que el proyecto que se había sometido al Senado “es insuficiente, y por lo tanto inaceptable por el riesgo y la inseguridad que implica para la supervivencia de nuestras instituciones democráticas”. Si el cambio de posición se debió al amor que dijo profesar por el PLD, entonces se puede pensar que para él lo particular está por encima de lo general.
El vendaval pudo pasar en el PLD. Pero si Fernández se hubiera guardado sus opiniones y aceptar sin resistencia el proyecto reeleccionista desde un primer momento hoy su imagen y el acuerdo a que se arribó fueran menos cuestionados.