Reportajes

Assange no está obligado a ser la víctima propicia de la furia política de EU

Assange no está obligado a ser la víctima propicia de la furia política de EU

¿Cuando son válidas y aceptables las “filtraciones”? ¿Cuando convienen al estatus quo o cuando las produce un  presunto “delincuente” de nuevo cuño?

Hay alguien que pueda demostrar que haya un día que en que no se produzca en Estados Unidos algún tipo de filtración de documentos, conversaciones y datos de interés público-vertidos por algún funcionario o una corporación u otros particulares que estaban “reservados” pero que conviene llevarlos a debate?

¿Alguien recuerda la revelación de “Los papeles del Pentágono” en el inicio de los años setenta, publicados por un escritor y que dieron la vuelta al mundo hasta dejar mareados a todos?

Hay revelaciones que son buenas y otras malas dependiendo del enfoque y el interés que tenga alguien en ellas.  Todo juicio sobre política es necesariamente político.

¿Quién recuerda hoy a Phillip Agee, el espía que la central de inteligencia estadounidense perdió, exilado después de revelar los trabajos sucios de su agencia que repugnaron completamente su conciencia?

¿Quién  no sabe que los organismos no evidentes en sus labores misteriosas en Estados Unidos y en otras naciones cometen diariamente cientos de violaciones de las leyes nacionales e internacionales, muchas de las cuales, o no salen a las calles, o nunca se publican cuando, de tan frías, apenas emocionan a alguien que no sea un historiador enfebrecido.

¿Quién es más importante, más transgresor, más persguible,  más ajusticiable quien denuncia el pecado o quien lo comete?

Todas estas interrogantes deberían responderse antes de convertir al joven Assange en un mártir encarcelado y crucificado.

Sumido en el vórtice de las complejas expresiones de una crisis que no es sólo económica, Estados Unidos, su élite política de hoy, anda como aquél hombre que buscaba una moneda no donde había caído sino algo más lejos, donde había luz.

La moneda no iba a aparecer ahí obligatoriamente pero resulta más “fascinante” procurarla debajo de un farol mágico como el de los medios mundiales.

Sin embargo, como se demostrará más adelante, ese no es el problema medular.

Cuando se produce un fenómeno como el de las célebres filtraciones diplomáticas, nacido en las ya conocidas circunstancias, no se debe ver, como enseñan los maestros del método correcto quien las echó andar sino la fuente misma sumada a las intenciones primarias.

Assange no debería ser el objetivo de los cancerberos estadounidenses sino la gente que filtró inicialmente, aconsejada por quien, con qué intención.

Además, hay que ir al delito diplomático que estos mensajes develan, a la violación que precisan, misma no necesariamente hay que marcharle a quienes dieron a conocer la violación.

Lo más importante, en toda transgresión a la ley, en caso de haberla, es examinar las causas profundas del “crimen”.

Un soldadito juvenil con cara de niño todavía, a lo mejor resentido por haber sido llevado a un teatro de guerra que lo aterra y del que no sabe si saldrá vivo, no necesariamente tiene que ser responsable de la idea, más fina y más riesgosa, de lo que un senador, actuando con la sinceridad que le otorgaba su espíritu anglosajón, en caso de que ese sea su origen, no importa, declaró como prioridad de la élite conservadora atrincherada en el área republicana, cada vez más beligerante y radicalizada: no dejar que Barak Obama continúe en el poder.

Existe la necesidad, casi desesperada ya, de instalar de nuevo a uno preferiblemente peor que Bush en la Casa Blanca y hay que actuar a tiempo para cortarle las alas al “socialista” de hoy del que no se sabe que haya echo nada para llevar al socialismo a Estados Unidos y que no lo hará tampoco.

El hombre todavía joven que echó los informes en el carril indetenible de Internet es hoy un fugitivo, un Bin Laden internauta que tuvo el pequeño equipo colgante suficientemente bien puesto para abrir la caja de Pandora de un clima de tensión entre Estados Unidos y aliados en el mundo.

 Nadie descarte una especie de conspiración anti Obama en estas revelaciones que constituyen un desenmascaramiento temporal y limitado de la política oficial estadounidense.

Nadie tiene derecho a descartar que se tuvieran haciendo con un guiño de ojo de alguien en la misma Casa Blanca o desde el litoral del Tea Parthy, la nueva versión republicana de la enfurecida derecha, poderosa, decidida a no perder posiciones políticas, motivada en el descontento anti Obama que se ha estado balanceando, como en un sauna, entre dos aguas, una helada y la otra hirviendo.

El dato

¿Filtraciones intencionadas?

Es de pensar que muchos escándalos surgidos en Estados Unidos en determinadas épocas con revelaciones sobre el accionar del Gobierno, los presidentes y las agencias de EU en el mundo,  han tenido un común denominador: Una estrategia de  descalificaciones..

El Nacional

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