Asunción, menos atletas y medallas. La misma lección
En nuestra sociedad hay una marcada tendencia a justificar todo culpando a otros, por eso es difícil la comprensión de los propios errores.
No obstante, invito al movimiento deportivo dominicano a reflexionar porque presentar excusas, no es lo mismo que tener justificación.
En el debate sobre el rendimiento dominicano en los II Juegos Panamericanos Juveniles (Asunción 2025), conviene separar impresiones de evidencias. Los números cuentan una historia sencilla: cuando reducimos el tamaño y la preparación de la delegación, se resiente el resultado. Pero la lección no es sólo cuantitativa; es, sobre todo, de gestión.
En Cali 2021 participaron 188 atletas en 27 disciplinas y se obtuvieron 23 medallas (5 oro, 8 plata, 10 bronce).
En Asunción
2025 asistieron 95 atletas y se lograron 8 medallas (1 oro, 2 plata, 5 bronce).
Si miramos productividad —medallas por cada 100 atletas— pasamos de 12.2 a 8.4 (caída de ˜31%).
En oros por cada 100 atletas, de 2.7 a 1.1 (˜-60%).
No es un bache: es una señal.
Hay factores que explican parte del retroceso. Cuatro deportes no fueron convocados —béisbol (22), boliche (2), boxeo (4) y pentatlón moderno (3)—, lo que supone 31 plazas menos. A ello se suman 64 atletas de otras federaciones que no lograron clasificar.
La suma reduce la base competitiva y limita las opciones de medalla. Pero aun aceptando ese contexto, la pregunta de fondo.
permanece: ¿cómo blindamos la preparación para que los resultados no dependan del azar, del calendario o de la coyuntura? La respuesta pasa por ordenar la gobernanza deportiva. Cada actor tiene un rol intransferible:
- Federaciones: planificación técnico-deportiva, metas por evento y control de carga/forma.
- Comité Olímpico Dominicano (COD): coordinación del ciclo, estándares, compatibilidad de calendarios y apoyo a la clasificación.
- Miderec: política pública, financiamiento oportuno y evaluación del uso de los recursos.
Cuando estos engranajes giran sin un común de seguimiento, el presupuesto corre el riesgo de convertirse en gasto, no en inversión.
Y cuando no hay metas públicas, no hay rendición de cuentas.
¿Qué hacer ahora? 1. Control abierto (actualización mensual): % de clasificatoriosejecutados, campamentos realizados, controles de marca, posiciones
en ranking continental por deporte, y ejecución financiera frente al cronograma.
- Calendario unificado del ciclo junior-élite: clasificatorios, giras competitivas y microciclos, con ventanas de ajuste y responsables designados.
- Priorización de deportes estratégicos según rendimiento histórico
y proyección de puntos/medallas, con criterios explícitos y revisiones semestrales. - Programa de apoyo multidisciplinario (médico, psicológico, nutricional) y control de cargas.
- Informes trimestrales Miderec–COD–federaciones ante la comunidad deportiva: qué se planificó, qué se ejecutó y qué
resultados se obtuvieron.
El objetivo no es buscar culpables, sino cerrar la brecha entre planificación y podio. La transparencia y la disciplina de ejecución no garantizan medallas, pero sí reducen la improvisación, elevan la
productividad por atleta y protegen el dinero público. Cuando el país
vea, deporte por deporte, qué se prometió y qué se cumplió, la conversación dejará de orbitar en excusas y girará en torno a
indicadores de desempeño.
Asunción 2025 nos recordó que el talento existe, pero necesita estructura. Si asumimos la lección —metas claras, seguimiento real y responsables con nombre y apellido—, Asunción 2025 no será una´excepción irrepetible, sino el punto de partida de una curva ascendente y sostenible.
Por: Héctor García
hectorgarciasr@gmail.com