Editorial

Austeridad y moringa

Austeridad y moringa

A la  austeridad le atribuyen un efecto hacia el Gobierno y la economía, similar al del “árbol de la libertad” o “moringa”,  a cuyas hojas y raíces se les atribuye curar todas las enfermedades, cuando la verdad parece ser que ayudan a prevenir algunos padecimientos que una vez contraídos requieren del auxilio de la medicina convencional y  no pocas veces de urgente cirugía.

Tan mordaz comparación tiene el propósito de desalentar la creencia de que  un plan de  ahorro o  austeridad se basta por sí mismo para  conjurar o aliviar los efectos  de la ralentización de la economía o remediar el pronunciado déficit fiscal sin ocasionar efectos colaterales relacionados con la estabilidad macroeconómica y la gobernabilidad política.

El gobierno del presidente Danilo Medina ha actuado con sentido de oportunidad y previsión al  poner en marcha un programa de recortes de gastos, pero  ese remedio  tiene al igual que la moringa un alcance limitado sobre los males que  afectan a la anatomía económica  de la nación, que requiere de multivitamínicos financieros que reanimen las actividades productivas.

En el tema del Gasto Público aflora una contradicción entre gremios empresariales que reclaman “reducirlo”  y el  litoral  oficial que  aboga por “reorientarlo”.  Si el problema  es reducir egresos, el  cinturón de austeridad anunciado por  el Gobierno complacería las expectativas empresariales, pero eso sería como  aceptar que una infusión de moringa sana todas las enfermedades.

A más de reducir gastos se requiere aumentar ingresos por vía de una recomposición  tributaria que  incluya  revisar todas las fisuras fiscales, especialmente las relacionadas con exoneraciones y exenciones,  porque para  afrontar la enfermedad del déficit se requiere esa receta combinada que garantice inversión pública por vía de la calidad en el Gasto Público.

Las economías del sur de Europa (España, Grecia, Portugal, Islandia e Italia) están sometidas  al remedio de  un  estricto régimen de austeridad o restricción fiscal, que en vez de mejoría ha agravado la crisis que padecen desde hace años, al punto que 25 millones de personas perdieron sus empleos, el déficit es ahora mucho mayor y se ha  esfumado el  estado de bienestar social que antes disfrutaban.

Duele decirlo, pero desde ahora el Gobierno tendrá que  levantar las alfombras  para intentar buscar los casi 300 mil millones de pesos que se requerirían adicionar al Presupuesto de 2013 para poder  suplir los requerimientos del 4% a la educación (108 mil mm), transferencias al Banco Central (29 mil mm), déficit del subsector eléctrico (50 mil mm), servicio de la deuda externa (100 mil mm).

Autoridad, como la moringa, sirve para  aliviar o prevenir  pero ante un problema tan serio como  el déficit fiscal o falta de liquidez en el Gobierno se requiere de un recetario  que combine  reducción y reorientación del Gasto Público con un significativo aumento  de la presión tributaria que no sobrecargue a la clase media ni a los sectores de menos ingresos y que garantice un programa de inversión que  dinamice la economía.   

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación