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“Cambalache»

“Cambalache»

Juan Taveras Hernández

Mi artículo de hoy no es mío. Es más, ni siquiera es un artículo, es la transcripción de una canción, un tango, para ser preciso, que escribió el famoso escritor y poeta argentino Enrique Santos Discépolo hace muchos años, que, por fortuna un buen día mi cantautor favorito, Joan Manuel Serrat decidió grabar, incluyéndolo en su repertorio para que viajara en el potro salvaje de su música y de su voz.

(Antes, y después de Serrat, muchos otros artistas de renombre internacional, como Julio Iglesias, han cantado este tango, que, en vez de llamarse “Cambalache”, debió llevar el título de “Los inmorales nos han igualado”, porque eso es lo que ha pasado en el mundo, sobre todo en nuestro país.

Terminaré con unos versos del poeta uruguayo Mario Benedetti, que forman parte de mi filosofía de vida, que dicen: “Uno no siempre hace lo que quiere, uno no siempre puede, pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere”.

“Cambalache”
Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé/ En el quinientos diez, y en el dos mil también/ Que siempre ha habido chorros, Maquiavelos y estafaos/ Contentos y amargaos, valores y dobles/ Pero que el siglo veinte es un despliegue/ De maldad insolente, ya no hay quien lo niegue/ Vivimos revolcaos en un merengue/ Y en el mismo lodo, todos manoseaos/ Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor/ Ignorante, sabio o chorro, pretencioso o estafador/ Todo es igual, nada es mejor/ ¡Lo mismo un burro que un gran profesor!/ No hay aplazaos, qué va a haber, ni escalafón/ Los inmorales nos han igualao/ Si uno vive en la impostura/ Y otro afana en su ambición/ Da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos/ Caradura o polizón/ Qué falta de respeto, qué atropello a la razón/ Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón/ Mezclao con Toscanini, va Scarface y Napoleón/ Don Bosco Y «La Mignón», Carnera y San Martín/ Igual que en la vidriera irrespetuosa/ De los cambalaches se ha mezclao la vida/ Y herida por un sable sin remaches/ Ves llorar la Biblia junto a un calefón/ Siglo veinte, cambalache, problemático y febril/

El que no llora, no mama; y el que no afana, es un gil/ Dale nomás, dale que va/ Que allá en el horno nos vamos a encontrar/ No pienses más, séntate a un lao/ Que a nadie importa si naciste honrao/ Si es lo mismo el que labura/ Noche y día como un buey/ Que el que vive de las minas, que el que mata, que el que cura/ O está fuera de la ley”.

Así es amigo, los inmorales nos han igualados. Da lo mismo que seas honesto, trabajador, estudioso, científico, profesor, en esta sociedad enferma, con los valores éticos y morales por el suelo; es lo mismo un “burro que un gran profesor”.

Nunca como ahora ser analfabeto, vulgar, charlatán, sinvergüenza, etc., había adquirido tanto éxito social.