Alguien preguntaba si Carolina Mejía Gómez, “la primera niña” de Hipólito Mejía y Rosa Gómez, tenía condiciones para ocupar la vicepresidencia de la República y en caso de un eventual fallecimiento del Presidente para sustituirlo. La respuesta es simple: ¡Sí la tiene!.
Alguien me preguntaba de igual modo hace un par de días, ¿qué le aporta Carolina a Luís Abinader? La respuesta, igual de sencilla: Inteligencia, honestidad, juventud, trabajo, vocación de servicio, carisma, unidad partidaria, además de un rostro fresco y hermoso que a pesar de ser clase media alta puede comunicarse y vincularse con los pobres. ¿Les parece poco?.
Conozco a Carolina bastante bien hace más de 20 años cuando comencé a visitar frecuentemente su casa materna. Sé de sus anhelos y frustraciones. Sé de su capacidad profesional, graduada con honores tanto en el país como en Estados Unidos, dominio de varios idiomas. Se también de su apego a la familia, al trabajo junto a sus hermanos Ramón Hipólito, Lissa y Felipe. Sé que idolatra a su padre y ama a su madre con la devoción de una santa. Conozco a sus hijos, sobre todo a Juan de Jesús, recién graduado de ciencias políticas y económicas en Washington, y conozco a su esposo, el bueno de Juan Garrigó.
Carolina –lean bien- es más que la hija de Hipólito Mejía; tiene personalidad y cabeza propia. Es un ente pensante, productivo, que no se detiene nunca; locuaz, cercana, cariñosa. Su personalidad, como la de su padre, es contagiosa.
Espero que el cariño forjado durante tantos años no embadurne esta cuartilla con elogios, yo que suelo ser tan desapasionado y objetivo en mis juicios hacia los demás, pero creo, sinceramente, que el candidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno, Luís Abinader, ha sido inteligente al escoger como su compañera de boleta a Carolina Mejía Gómez.
Juntos hacen una mutual refrescante en esta campaña. Dos jóvenes, con mucha formación profesional y familiar, sin deudas de sangre, sin vinculaciones con la corrupción, incapaces de falsificar o plagiar tesis de grado o pots-grado, apegados al trabajo y las “buenas costumbres”, con ideas claras sobre lo que hay que hacer para cambiar el rumbo nefasto por el que el Partido de la Liberación Dominicana conduce el país.
Luis y Carolina representan, como dice el slogan, “la nueva cara del cambio”. Se complementan en la campaña electoral y luego, de resultar victoriosos, como espero, en el manejo de la cosa pública actuando en función de los mejores intereses de la nación con honestidad y transparencia.
Confieso que estaba medio rezagado en la campaña a pesar del trato deferente, respetuoso y cariñoso que recibo de Luis, pero ahora, con Carolina en la boleta, estoy obligado a redoblar los esfuerzos para el trabajo político en aras de la victoria el próximo 15 de mayo.