Reacción tardía
Señor director:
Cuando estábamos justamente en el inicio del período de la Semana Santa pasada, el designado juez especial de la Suprema Corte de Justicia, Alejandro Moscoso Segarra, había dispuesto ya que, precisamente para esa fecha, viernes 27 de marzo, evacuaría, hay quienes dicen que en modo alguno se puede usar mejor el término, su sentencia sobre el sonado caso del imputado por corrupción Félix Bautista.
En efecto, toda la población conoce la decisión del juez Moscoso Segarra, quien dictaminó auto de No Ha Lugar en favor del Senador y Secretario Nacional de Organización del partido de Gobierno, el de la Liberación Dominicana (PLD).
Según tenemos entendido, este veredicto no significa la inocencia del inculpado de varios cargos, no establece el que no haya méritos para un juicio de fondo, e incluso para una condena, sino que, los alegatos o argumentos del juez actuante son que el expediente fue mal instrumentado por el Ministerio Público y/o que se violentaron normas procedimentales.
Conocida la sentencia, hemos visto el rasgar de vestiduras, los cuestionamientos, las muestras de indignación y frustración de líderes políticos, sectores sociales e instituciones del país.
Ante estas muestras de indignación y el rechazo generalizado que ha generado esta sentencia, pregunto: ¿Dónde estaban estos líderes políticos y sociales, estas entidades que ahora manifiestan su repudio, cuando en el año 2010, el doctor Leonel Fernández, presidente del PLD y para entonces presidente también del país, con la connivencia del ingeniero Miguel Vargas, dispuso a su antojo la integración de las llamadas altas cortes, entre las que está la Suprema Corte de Justicia?
Cuestiono: ¿Cómo es posible que la sociedad política, especialmente la oposición y los diferentes sectores sociales, le permitieran a Leonel Fernández constituir a su entera discreción y voluntad al Tribunal Constitucional, al Tribunal Superior Electoral y a la Suprema Corte de Justicia? ¿Cómo no reaccionaron entonces? Para ahora incurrir en lo que pudiera decirse una reacción tardía.
No obstante, debemos reconocer que ahora no queda de otra que no sea forzar una corrección en los niveles superiores del aparato judicial del país.
Atentamente
José Vicente Calderón R.
Periodista