Opinión

Cartas de los lectores

Cartas de los lectores

¡Decepción y engaño!

Señor director:
Exactamente decepción y engaño sentimos los ciudadanos y ciudadanas no comprometidos con las distorsiones que patrocinan y practican los partidos políticos. Es un grande y soberbio abuso contra la ciudadanía, que desde el año pasado, legisladores y funcionarios del gobierno central, ministros y viceministros, administradores y directores generales, departamentales y demás, sin contar las botellas políticas que cobran por no hacer nada, han abandonado o cuando menos descuidado sus puestos de trabajo para dedicarse a labores puramente partidarias y de campaña política reeleccionista.

Nos engañan los legisladores porque en vez de estar dedicados a su labor están en campaña continuista. Tampoco complace que el presidente de la República que elegimos para dirigir y administrar el país, dedique buena parte del tiempo a campaña reeleccionista. Desagrada también la publicidad mediática cubierta con los impuestos que pagamos todos y todas. Preocupa saber que funcionarios y funcionarias nombrados por el poder ejecutivo para que dirijan determinadas funciones estén dedicados/as a otras actividades, a las mismas que está su presidente. Sean reeleccionistas o no, es un engaño que síndicos y regidores elegidos para determinadas labores en los ayuntamientos, incumplan con las mismas para dedicarse al trabajo político partidista y continuista. Es un engaño reprochable, pues además de abandonar sus compromisos de trabajo productivo se dedican a otras actividades, por demás improductivas y engañosas.

La de cobrar por no hacer nada, es una práctica asumida de los regímenes del Dr. Balaguer con las denominadas botellas. Todos sabemos que las distorsiones que normaba la vida gubernamental de aquel presidente fueron copiadas por los sucesivos gobiernos, principalmente por los del partido que está en el poder. Los funcionarios candidatos a reelegirse deben tomar una licencia sin disfrute de sueldo para no cobrar sin trabajar, y así, no incita a la vagancia, a la delincuencia, a la violencia ni a la sinvergüencería. Es un vulgar engaño irritante pagarle a un servidor para que salga a ofertarse para determinado cargo electivo. Además, el servidor que lo ha hecho bien no necesita promoverse, pues de por si, ya lo está. ¡No más decepción y engaño!
Atentamente,
Lic. Santiago Martínez

El Nacional

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