Elecciones nacionales
Señor director:
Ya estamos en las horas finales del proceso electoral que nos conducirá, finalmente, a echar un voto en las urnas este domingo. Al depositar el voto, habremos cumplido con el mandato constitucional de elegir y de ser elegido o elegida. Para este evento electoral los partidos políticos, como siempre, se han movilizado por doquier para atraer ese objeto codiciado que es el voto, pero este esfuerzo, sin embargo, no hizo más activa a una ciudadanía que no lució entusiasmada durante el largo trajín electoral, fue como si esta no fuese para ella “una fiesta de la democracia”.
Fue este un proceso electoral que transcurrió sin mayores encantos. Las propuestas fueron casi siempre las mismas, pues es muy cómodo hablar de lo que todo el mundo habla, incluso a nivel muy internacional: empleo, pobreza, corrupción, delincuencia, justicia, es decir, lugares comunes, alejados del problema esencial, como por ejemplo: la migración haitiana y la suplantación que en todos los órdenes se está manifestando, así como el peligro de la fusión.
A este tema, con excepción de la Fuerza Nacional Progresista, se le ha estado rehuyendo, tanto como si no existiera. Los y las dirigentes de la clase política pretenden ignorar y engañar al país colocando, sobre esa realidad, una cortina de humo.
Las elecciones nacionales, y la clase política que la organiza, tienen un gran valor social, pues son un capítulo importante de la democracia representativa. Dada esta alta consideración, no se comprende, con facilidad, que un asunto tan crucial para República Dominicana como lo es el proyecto de unificación de la isla, y la absorbente y abusiva migración haitiana, no tengan, dentro de su escala jerárquica, un nivel de prioridad, cuando lo que está en juego es la soberanía y la autodeterminación, asunto de una urgencia y rigurosidad que, no poseen, necesariamente, las elecciones del próximo 15 de mayo, donde no está en juego otro asunto que no sean los intereses particulares de los partidos.
Todos hablan de un programa de gobierno pero no se sincerizan reconociendo que se trataría, en todo caso, de un programa de gobierno que responda al de un país intervenido por otro, como es el caso de la especie. Este es un asunto complejo al que parece que se le teme, y mejor le dan de largo. ¿Por qué no ha sido este un tema de la presente campaña electoral? ¿Cuál es el perjuicio que les acarrea? ¿A quien le temen, y a cuáles intereses, frente a este problema, está respondiendo la dirigencia de los partidos,? ¿Qué será lo que le ha estado impidiendo ver de cerca el asunto?
Atentamente,
Melania Emeterio Rondón