Enlatado educativo
Señor director:
Altagracia Paulino escribió (Periódico Hoy 30-09-2016) “Para ejercer el derecho a saber necesitamos un pueblo de lectores”. Ese artículo me fascinó, pues en honor a la verdad aquí abundan los analfabetos funcionales, incapaces de interpretar correctamente aunque sea un pequeño párrafo. También hay personas que aun sabiendo leer, acomodan las lecturas según sus intereses. A muchos nos preocupa y duele saber que, los más afectados con ese asunto medular que es la lectura, son los estudiantes de Educación Básica y Educación Media.
Mucho por las lagunas acumuladas se quedan varados en media y la responsabilidad mayor es de autoridades educativas del ministerio, muy diligentes a la hora de gastar millones en copiar modelos educativos de otros países, a sabiendas de que no son viables en el nuestro.
Hay un enlatado educativo que afectó mucho el aprendizaje de los estudiantes y el desempeño de los educadores, la propuesta la impusieron en todas las escuelas públicas, en esa época yo era directora de un plantel y siempre me opuse, porque entendía que no era viable. Máxime por la cantidad de estudiantes por aulas, excesivas en casi todas las escuelas.
Cuando participaba en las reuniones distritales y en el plantel con los técnicos explicaba por qué sería un fracaso total, pero no hicieron caso. Una maestra me aconsejo, deja de discutir, pues esa propuesta va, se oponga quien se oponga.
Iniciaron las reuniones con los maestros de primero, segundo y tercero, a veces participaba y había días que me marginaba, para no escuchar sandeces de técnicos que la defendían a raja tabla, aun a sabiendas de que era inviable. Arrancó el el año escolar, y los niños de primero, el próximo año escolar fueron para segundo con sus mismos maestros, y todos pasarían a tercero, aunque no supieran ni la o.
El pandemonio inició en tercero, pues mucho no sabían leer ni escribir, lo cual implicaba que había que partir de cero con ellos, y los maestros los rechazaban. Cada inicio de año el pandemónium era inenarrable, pero no aparecían los técnicos para ayudar.
La coordinadora (muy buena) y yo teníamos que ingeniárnosla, para convencer y motivar a los maestros, explicándoles que no eran sancionables los estudiantes, por el fracaso de ese enlatado que impusieron los de arriba. Armamos una estrategia para contrarrestar ese desorden, la pulimos bien y la coordinadora me dio la supervisión de primero a tercero y se quedó con los demás cursos.
Atentamente,
Teresa Gómez