Club María Auxiliadora
Señor director:
Los clubes culturales dedicados al deporte y la recreación tuvieron su esplendor en la década y media post Revolución de Abril de 1965. Muchos de ellos compartieron su quehacer cediendo sus locales para escuelas de educación primaria y de adultos. Estas entidades netamente sociales las dirigían jóvenes de sentimiento revolucionario libre del baratillo político de hoy.
Esos clubes ayudaron a la pacificación de jóvenes y adultos de esos años difíciles, de rebeldía de muchos, y una policía trujillista que hasta por placer atropellaba y mataba con escasa contemplación. A la vez, era un ambiente riesgoso para los policías, pues cada día (literalmente) desarmaban o mataban uno de ellos.
De esa etapa el club más perjudicado fue el Héctor J. Díaz, que perdió cinco miembros a manos de uniformados policiales en el Distrito Nacional. Los clubes fueron y son una realidad positiva, aunque los hay de conducta dañina y hasta perversa. Unos se han desarrollado mucho, otros se han estatizado y hasta decrecido, por haber entrado en vicio, corrupción y otras malas prácticas.
Otros han desaparecido por manejo inescrupuloso. Cual que fuera la diablura en que metan un club, constituye un despropósito, fatal, desconsiderado y de tracción, cualquier acción para pervertirlo o desaparecerlo.
Hacia esa fatalidad está amenazado el club María Auxiliadora del sector del mismo nombre, donde ex dirigentes de esa entidad están habilitando espacios para montar un negocio que incluye un bar para la venta de tragos, propios de ese tipo de establecimiento, según consta en una grabación en la voz de uno de los actores de ese despropósito.
La comunidad ha requerido a Danilo Díaz, titular de Miderec, como funcionario competente para resolver el impasse que está afectando a esta comunidad, pero el rehúye su responsabilidad dejándola en manos de segundones, probablemente parciales.
El rumor del sector establece que detrás del hecho debe haber manos ocultas de algún funcionario y político de poder de esos sin escrúpulo que negocian sus nombres, su alma y su honor por pesos corruptores, que bien puede Danilo Díaz tratar de identificarlos.
A este ministro no se le está pidiendo favor, sino su intervención en un problema inherente a las funciones que le confió el presidente Medina.
María Auxiliadora está sufriendo vergüenza ajena por su club, y no quiere tener que llorarlo por la confusa apatía del Ministro de Deportes.
Atentamente,

