Cójanlo

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Difícil a Macron

Con su juventud, talento y el agotamiento de la población con los líderes y partidos tradicionales, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, parecía tenerlo todo para capitanear el proceso de transformaciones en su país y convertirse en vocero de Europa.

Pero los imprevistos de la política que en poco tiempo lo convirtieron en figura mundial son los que ahora le pasan factura con la irrupción de un movimiento social “chalecos amarillos” que le ha aguado la fiesta.

Desde que anunció alzas en la electricidad y los carburantes para ajustar el déficit Macron ha tenido que lidiar con la presión de las calles. Los chalecos amarillos movilizan cada sábado a decenas de miles de personas como una demostración al Gobierno de que el poder está en la gente.

El calificativo de “agitadores” utilizado por el mandatario ha parecido enardecer más a un movimiento variopinto, aunque dominado por los jóvenes.

Si pensó que las tenía todas consigo por su abrumadora votación y la eliminación prácticamente del escenario de los partidos tradicionales, el joven presidente francés se ha equivocado. Los chalecos amarillos son la mejor muestra en tal sentido.

El Nacional

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