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Guaidó en Venezuela

Por más respaldo con que cuente de la comunidad internacional, el presidente del Parlamento venezolano, Juan Guaidó, tendrá que bajar el tono de su discurso para evitar consecuencias peores en la crisis política, social y económica de su país. Su estrategia de no dar tregua al Gobierno del presidente Nicolás Maduro no puede convertirse en un desafío que conduzca a una confrontación violenta.

Durante la crisis ya han muerto muchos inocentes como para que corra más sangre por las calles de la nación.

El encuentro convocado por Guaidó para hoy con líderes sindicales no debe constituir una provocación a las fuerzas que respaldan a Maduro, a quien el apoyo de los militares le garantizan el verdadero poder. Tampoco debe serlo la movilización a la que, tras su retorno a Caracas después de una gira por varios países, convocó para el sábado próximo.

Guaidó, aunque haya sido reconocido como el encargado del Gobierno, sabe que su reconocimiento es simbólico porque quien tiene la sartén por el mango en Venezuela es Maduro. Si modera sus ímpetus puede contribuir a acelerar el proceso para una salida negociada a la crisis, que es el sentir de países que incluso desconocen a Maduro.

El Nacional

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