Opinión

Con la cruz a cuestas

Con la cruz a cuestas

Con la visita del Papa Francisco a Cuba y los Estados Unidos, y sus intervenciones frente a cientos de miles de personas, me doy cuenta que contamos con un hombre de una extraordinaria capacidad de convocatoria, que lo convierten en el mayor líder espiritual y, si se quiere, también político, en un mundo convulsionado donde tantas víctimas dieron sus vidas en aras de la paz.

Nos ha convencido de que la paz comienza con la familia y que los hijos se tienen de manera provisional, porque llega el momento en que se van, dejándonos claro de que cuando están a nuestro lado hay que aprovechar para educarlos y hacerles ver que la paz hay que buscarla aunque para lograrla sean necesarios muchos tropezones.
El Papa Francisco ha dejado claro que la desunión que se agudiza en todo el mundo y solo conduce a la guerra, que podría ser la última en esta era nuclear tan peligrosa.

La unidad no es tan difícil de lograr, si nos despojamos del orgullo y la ambición de Poder, características de algunos gobernantes, que abusan de su autoridad y convencen a muchos de que se vendan por unos cuantos centavos, incluso con ofertas que no cumplirán nunca. Esos gobernantes actúan como si creyeran que los pobres fueron creados por Dios solamente para servirles a los ricos.

Nos aproximamos a la celebración de unas elecciones generales que según se pregona serán transparentes, aunque la transparencia se manifiesta únicamente cuando el amor que se tiene uno mismo está dispuesta a ser compartida con el prójimo, sin condiciones.

Ese es uno de los pocos pasos firmes que nos hace avanzar hacia la conquista de la paz. La Historia siempre guarda un gran espacio a aquellos que han luchado por la paz, como lo hace hoy el Papa Francisco, como si llevara a cuestas la cruz de Cristo, tarea para cuyo desempeño fue elegido por el Todopoderoso para que nos indique el camino a seguir, con la meta común de la unidad y la solidaridad, sin discriminación alguna.

En el caso dominicano, estamos profundamente preocupados por terribles sucesos que a menudo casi nos desbordan, sin que aviste una actitud de unidad que nos permita decir y ¡basta ya! que se escuche en todos los confines de la República.
La suerte es, para no sofocarnos de angustia, que todavía existen hombres de la talla del Papa Francisco, que cada día ilumina nuestras mentes con sus sabias palabras y mejores orientaciones, que lo convierten así posiblemente en el hombre más admirado de nuestro tiempo.

El Nacional

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