Nadie niega el poder de la palabra. Primero fue el verbo. Sólo que el verbo siempre necesitará de acciones concretas y creíbles que impacten a los seres humanos. Usar la palabra adecuada, con el sentido de prever los acontecimientos en el tiempo es proceder de genios, pero hay seres humanos que vienen al mundo sin ese talento. La imprudencia ha derrumbado imperios. Connotados líderes han visto perder sus liderazgos, simplemente por comentarios inadecuados.
Todavía en los Estados Unidos se recuerda con nostalgia al gran Malcolm X. Sus luchas por los derechos civiles y sus esfuerzos proclamando la justicia ante un racismo que hirió de muerte a esa sociedad, lo elevaron a un sitial inimaginable, pero cometió la imprudencia de insinuar su alegría por la muerte del presidente John Kennedy y eso fue suficiente para acelerar su trágico final, ocurrido el 21 de febrero del 1965.
Primero que Simón Bolívar, Francisco de Miranda fue el verdadero Precursor de la emancipación americana. Sin embargo, hacer un armisticio con los españoles e intentar salir del país sin comunicárselo a Bolívar, fue un acto de imprudencia y su final fue muy triste, aunque no borra su dimensión histórica.
Una frase inapropiada rompe sólidas relaciones, divide organizaciones, provoca caos, desconcierta a gobernados y causa efectos inesperados. Al contrario, una arenga motivadora, visionaria, unificadora y comprometida con el futuro de sus gobernados, logra resultados positivos, pero claro, se requiere genialidad para obrar de esta manera.
Saber callar en un momento dado es harto significativo. Por eso, los enemigos de Roberspierre, al arrestarlo, le rompieron la mandíbula, pues la vida de Francia dependía de su silencio. Georges Fox, aquel líder cuáquero, cuyo humilde origen y aparente actitud díscola, logró sumar a su causa nada más y nada menos que a William Penn y llamar la atención positivamente de Oliverio Cromwell, usó su tórrido y encendido verbo contra los poderosos y hasta contra los clérigos corruptos, pero Fox, tenía el Don de saber callar oportunamente para sumar adeptos.
Estos ejemplos son para manifestar, que cuando el alto dirigente del PLD Temístocles Montás dijo públicamente que Danilo Medina ganaba las elecciones del 2016 con o sin Leonel Fernández, cometió un error imperdonable, un acto de imprudencia que sólo se le perdona a un imberbe de la política, pero no a un alumno de Juan Bosch.
Don Juan Bosch enseñó, que el mayor error que puede cometer un político, es confundir la realidad con sus deseos personales. Y la población percibe que hay mucho de personal en la postura que ha asumido el señor Montás con su ex líder, jefe y protector.