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CONFLICTO DEL DINERO

CONFLICTO DEL DINERO

¿Cuál es la diferencia y cuál la similitud entre la figura mítica del caballo de Troya y la Reserva Federal de Estados Unidos? Ambas, diferencias y similitudes, se sostienen en un vaivén de  concordancias y discordancias que deben ser diseccionadas lo más sucintamente posible.

La Reserva Federal es en realidad un ingenioso banco privado levantado el 23 de diciembre de 1913 por los más poderosos de la metrópolis.

No es un observador imparcial de ningún acontecimiento de envergadura.

Influye con dinero, con decisiones ajustadas al momento y al interés de los consorcios organizados.

El Caballo de Troya fue iniciativa entre otros, del no menos ingenioso héroe homérico, Ulises, rey de Itaca, protegido de los dioses mayores del Panteón griego.

Se trató de un regalo peligroso hecho a los troyanos que participaban en un histórico esfuerzo guerrero.

El caballo de madera estaba lleno de guerreros que debían desalojarlo para pelear a espada una vez que éstos entraran a la ciudad de ese modo invadida.

La reserva Federal es el moderno caballo de Troya de algunos de los banqueros más poderosos de la tierra.

Desde ella se mueven los proyectos económicos y políticos más diversos,  que no excluyen atentados internos y en el exterior de consecuencias matemáticamente planificadas.

Al mismo tiempo se sostiene la permanencia de los más variados medios de comunicación que tampoco excluyen a la ultra conservadora cadena Fox, la CNN, el Washington Post, la BBC, CBS, NBC y muchos más.

El caballo de Troya helénico servía a parecidos propósitos pues en la guerra, cuyo epicentro es la destrucción y la muerte, no ha cambiado apenas nada, salvo la técnica y los escenarios. La muerte es la misma y no tiene términos medios  ni se deja ningunear.

 Sin embargo, ciertas previsiones han cambiando significativamente.

Antes se lanzaban esclavos a un ruedo para hacerlos matar como una fiera en un redondel ensordecido de fanáticos de la violencia abyecta.

Ahora para los mismos fines de mantener al público embebido se  recurre a los Reality Shows u otras impiedades que son como el agua: incoloras, inodoras e insípidas. Este tipo de entretenimiento circense moderno relativiza las serias relaciones de la gente a los fines de mantener claramente sentada la idea de la “nación de borregos” que se le ocurrió a alguien decidir que era el estilo norteamericano de vida.

La reserva Federal es el Sactum Santorum de organismos como la Agencia Central de Inteligencia, que opera como una empresa privada, no como una federal, la Agencia de Seguridad Nacional, el Fondo Monetario Internacional, el Pentágono, el Banco Mundial y cuenta con voto en las Naciones Unidas y la Organización del Tratado del Atlántico Norte, conocido como la OTAN.

Como en la Troya Clásica opera en familia: los Rothschild, (judíos) que van desde los centros de poder siguientes: Londres, Berlín e Israel, la familia Rockefeller, Estados Unidos e Israel.

Los Morgan, banqueros de toda la vida desde hace más de un siglo, los Warburg, en Alemania, Lazard, París, Francia, Mosés Israel Seif, en Italia e Israel, Kuhn, Loeb, Alemania-Estados Unidos, Lehman Brothers, Estados Unidos y Goldman Sachs, Estados Unidos.

A la Justicia, siempre altamente elogiada por su “imparcialidad” nunca le alcanzan los brazos para extenderse hasta estos apellidos de magnitud.

Incluso cuando alguno de sus elegidos para un cargo relevante se le sospechan veleidades riesgosas, no es difícil acomodarle algún expediente vergonzoso como es el caso de Dominique Straus Kahn, que se habría pronunciado en contra del predominio del dólar en el universo de las finanzas internacionales.

Un organismo de la relevancia de la Reserva Federal no puede estar hecho para la ortodoxia y cuando se meten en las decisiones de alta política financiera bien pueden haber estallidos violentos o salvamentos bancarios hechos con mesura diplomática y decisiones  enérgicas que permitirán apropiarse de cada vez más bancos en serias dificultades bajo la cubierta del “salvataje”, vocablo que claramente se aproxima con idoneidad discursiva a lo salvaje como es el método preferido entre sus filas calladas de dueños de la situación.

El presidente de turno bien puede ser el prestidigitador del espectáculo (Barak Obama) como también vocero directo de sus intereses en condición de socio menor (George W, Bush).

Este conglomerado de proporciones inimaginables y alcances apenas limitados por la muerte, se alimenta del combustible de los conflictos armados y del petróleo, uno de cuyos objetivos  bien puede ser Libia que ya “necesita” reconstrucción y el manejo inmediato del “oro negro” por las compañías inglesas y estadounidenses.

El Nacional

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