Opinión

Congiendolo suave

Congiendolo suave

Discusión entre dos muchachas
Cuando dos mujeres se enfrascan en un duelo verbal acerca de sus condiciones estéticas, no ponen freno a las frases que se disparan.

Lo comprobé al ser testigo de la discusión que entablaron dos amigas mías.

-Esa nariz tuya es tan ancha, que considero un milagro que encontrara un rostro que pudiera contenerla- dijo una de ellas, celebrando a continuación sus palabras con una carcajada, que me pareció falsa.

-Lo que resulta un verdadero milagro, capaz de ser admitido por un papa, es el hecho de que tus canillas de garza soporten el peso de tu cuerpo –replicó la otra de inmediato.

-Más milagroso resulta que tus fundillos tan bajitos no se guayen con el piso cuando caminas- fue la frase con la que respondió su rival.

-Pero es preferible tener las nalgas cerca del suelo, y no tan altas como las tuyas, porque una de las consecuencias puede ser que la cabeza te huela a materia fecal.

Corrí el riesgo de que la que escuchó esta frase me calificara de observador en su contra, pues no pude evitar el ataque de risa que me invadió, afortunadamente de corta duración.

Pero además, me ocurrió lo mismo con lo que brotó de los labios de su contendora: una de las ventajas que tenemos las de glúteos elevados es que si nos vemos obligadas a transitar por un terreno lleno de cadillos, estos no alcanzan a pincharnos el porta mojón.

Lo raro fue que la otra también rió ante la original denominación contenida en las dos últimas palabras usadas para nombrar los fondillos.

Estaba seguro de que este detalle pondría fin a la amena batalla de las jóvenes, pero la risueña doncella volvió a arremeter tan pronto cesaron sus carcajadas.

-Además de fea, eres desabrida, y hay que sacarte con una cuchara las palabras de la boca; pero pensándolo bien, con eso demuestras respeto hacia los demás, porque sabes que tienes pocas cosas interesantes que decir.

-A ti no te ha valido hablar mucho, porque vives echándoles largos discursos elogiosos a los hombres con quienes hablas, y ninguno te ha hecho caso, y no has hecho un solo levante amoroso-dijo su interlocutora.

-Tú tampoco has conquistado ningún hombre, y me llevas dos años de edad; así es que lo más probable es que no pises la primera base en el béisbol matrimonial- manifestó la rival.

Años más tarde este diálogo beligerante tuvo un final feliz, porque ambas encontraron dos individuos con mal gusto, que las llevaron ante un juez civil.

El Nacional

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