Opinión Articulistas

Contrato sin garantia

Contrato sin garantia

Arismendi Díaz Santana

A pesar del eslogan “en salud, prime­ro la gente”, los médicos son contra­tados sin garantía de dedicación, ni rendición de cuentas. Para muchos, una premiación al ausentismo y a la falta de ética.

2. Horarios doblemente limitados. La jornada médica se limita a 4 ho­ras de lunes a viernes, quedando re­ducida a unas dos horas dos días a la semana, a pesar de que los problemas de salud se presentan a cualquier ho­ra. Los médicos pasantes y ayudantes tratan de dar lo mejor de sí por los pa­cientes, sin poder reducir la mortali­dad materno infantil y general.

3. Amplios Incentivos improducti­vos. Los médicos reciben pagos extras de hasta un 20% por antigüedad, lo­calización y riesgos, sin ningún incen­tivo por la dedicación, el desempeño y la satisfacción de los pacientes. En cambio en el sector privado esos mé­dicos ganan de acuerdo a la cantidad y satisfacción de los afiliados. La ma­yoría cumple y trabaja duro, pero re­cibe lo mismo que los demás. Ahí está la diferencia.

4. Asimetría en la relación médi­co-paciente. El afiliado contributivo recibe una atención a tiempo y más personalizada porque su elección del médico determina sus honorarios y copagos. En cambio, la atención en el hospital suele ser muy diferente dado que su salario es fijo y no depende del paciente. La mayoría de los médicos determina libremente cuándo acudir al hospital, durante cuánto tiempo y a cuántos pacientes atender. En cam­bio, la situación cambia notablemen­te cuando los recibe en su consultorio privado.

5. Discontinuidad de los servicios. Las frecuentes huelgas médicas vio­lentan el derecho constitucional al cuidado de la salud, fomentando la afluencia a las clínicas privadas de los propios médicos huelguistas. La se­guridad de un salario fijo y sin rendi­ción de cuenta, fomenta las huelgas, la privatización y el gasto familiar de bolsillo.

6. Graves conflictos de intereses. Se­gún una encuesta de ADESA, el 62% de los directores de hospitales es di­rector o dueño de una clínica privada. A mayores carencias, deficiencias, discontinuidad y baja calidad, ma­yor afluencia a sus clínicas privadas y mayores ingresos, en un claro conflic­to de intereses. La iglesia en manos de Lutero. Es un secreto a voces la “per­dida” de equipos y los daños provoca­dos, para obligar a los pacientes públi­cos a acudir a las clínicas privadas.

7. Impotencia gerencial. Los direc­tores de hospitales no influyen en la selección de los médicos ni de los di­rectores de departamentos. Carecen de autoridad real para premiarlos o sancionarlos.  

Arismendi Díaz Santana

asismendi.diaz@gmail.com

El Nacional

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