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Corrupción Mal enquistado en el Estado

Corrupción Mal enquistado en el Estado

Un corrupto que no muestra lo que tiene entre sus nuevos amigos es un apocado, un acomplejado que puede hasta resultar traidor o, peor aún, malagradecido.

Sin embargo, esa puede ser su perdición, en el caso fortuito de que aunque sea debajo de una yagua vieja aparezca algo decente, con poder, capaz de llamar a arreglar cuentas pendientes con los recursos del Estado.

El corrupto adiestrado y bien enterado no debe mostrarse más de la cuenta ya que hay demasiados ojos detrás suyo esperando el momento de atacar o de contraatacar.

La corrupción, como la amplia variedad de especies que hay en el planeta, adopta diferentes modalidades incluso creativas, (las menos conocidas).

Asimismo hay corruptos tan hábiles que no muestran fácilmente rastros de sus actos rapaces.

Hay corrupción revestida de transparencia, de buena voluntad y de discursos maravillosos.

La hay nebulosa, entristecida, lacrimógena, que dice sentirse herida cuando comienzan a refrescarle la memoria públicamente.

Hay una corrupción de cumplimiento tardío, que se descubre a través de la historia porque ha sabido cuidarse de dejar huellas sospechosas.

Hay una que se conoce inmediatamente en razón de los buenos restaurantes, del reclamo de estatus, de los  altos círculos, de las cofradías y del gasto suntuario que se debe hacer en el exterior no sólo para no despertar demasiadas sospechas sino  porque ya se puede hacer en las mejores tiendas  por departamentos.

Ser un corrupto con reingeniería, adiestrado, manejador del lenguaje no es una tarea fácil en estos tiempos.

Hay que presumir hasta de buena cultura, de tener lo último en tecnología y de poseer las mejores relaciones nacionales e internacionales.

No cualquiera es un corrupto artillado, bien atrincherado y hasta blindado con las mejores calificaciones.

Asimismo, debe buscarse una pareja, aún sea de esas de alquiler, que destaque por sus cualidades físicas espectaculares aunque la noble y sufrida, la que aguantó y fue solidaria en los momentos malos y aún los peores, se quede haciendo los oficios de la casa.

La ostentosa es la más enunciativa de todas, la que dicta las normas del corrupto moderno, el más actualizado y aspectado de todos.

Es que hay corruptos que se dan su importancia, ya no quieren recordar el barrio de la infancia ni montarse en un vehículo cualquiera.

El nuevo rico necesita golpear con sus juguetes nuevos a los que dejó atrás mordiendo el polvo.

Esa es una necesidad orgánica, una satisfacción, un morbo que no puede dejar de lado en ningún momento.

No sirve de nada hacerse de poder si no es para echarle vainas al enemigo de ayer, al vecino, al curioso que se sentirá cada uno de ellos empequeñecido, disminuido al menos mientras duren los festejos con que el Estado, siempre generoso, paga los reclamos del corrupto que no se va a ensuciar las manos por centavos.

Si usted piensa seriamente, aunque talvez se le esté haciendo tarde en vista de que los espacios han sido llenados en su mayoría, uncirse a ese carro triunfal vaya ideando la manera de agenciarse unos buenos millones porque la competencia está durísima.

Imagínese que hace algunos años casi nadie tenía un millón ahí, donde sabemos, y ahora hay gente que no se queda atrás por unos cuantos cientos de millones de pesos “contaminados” de unos buenos dólares capaces de servir para el retiro dorado hasta de los nietos.

La dinámica del momento aconseja la ropa vanguardista de la alta costura, ¿el carro del año?

No del año que viene, que se puede encargar con antelación y entrega inmediata, pagadero al fin, con lo robado al noble y olvidado.

La ostentación es la enemiga interna, encubierta, revelada al fin, del corrupto, ya que necesita romper ojos a la luz de lo adquirido mediante los manejos ostensibles del poder político. 

Por demás, no espere demasiado en términos de justicia y esfuerzos   anticorrupción   donde esos ingentes esfuerzos, en vez de condenarse llegan hasta a celebrarse con   la mejor champaña del momento.

UN APUNTE

Mal de la corrupción  

Este fenómeno es considerado una acción ilegal mediante la cual individuos se enriquecen o estafan al Estado, instituciones sociales o  privadas, cometiendo coecho de manera particular o mediante el silencio cómplice de colaboradores.

  Desde el Estado, es cometido por políticos o allegados de éstos enquistados en las administraciones estatales. El político es el más propenso a la corrupción mientras ejerce la función pública. En República Dominicana y otros países hay leyes que castigan la corrupción, pero en el país poco se hace para transparentar la administración pública y el ejercicio del Poder.

El Nacional

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