Reportajes

Corruptos sacrifican fichas del poder, para garantizar   e institucionalizar sus actos

Corruptos sacrifican fichas del poder, para garantizar   e institucionalizar sus actos

Cada tipo de hombre-sentenciaba el romántico Fitche- se construye una idea del mundo a su propia imagen. Un corrupto, agregaba el filósofo idealista alemán, que acuñó el término “streben” para significar el estremecimiento, la tensión, el anhelo, la inquietud que hoy domina a muchas almas en el país, “tiende a ver en cada acto deshonesto una confirmación de sus propias tesis”. Quien se ha entregado al hábito de la corrupción “descarta como excepcionales los casos de honestidad y selecciona (inconscientemente, según él) todos los estímulos externos para confirmar su propio concepto de la vida”.

El corrupto, adicionaba el autor teutónico, vive en un mundo corrupto, de la misma forma que un idealista experimenta una realidad en la que domina el espíritu, mientras que el dogmático se deja condicionar por todas las necesidades aparentes.

En aquellos lugares donde la corrupción es sistémica, es decir, amparada en instituciones, como es el caso de la República Dominicana, ésta se deja sentir inercialmente, cae por gravedad desde su propio peso y se impone como modelo de bienestar de quienes tienen el mejor acceso a ella.

¿Y qué suerte de organismo complejo más imponente que el Estado para practicarla sin apenas cortapisas, sin mediaciones eficaces, sin contrapesos?La primera iniciativa eficaz consiste en acorralar la anticorrupción, desacreditarla, abrumarla de espejismos dirigidos hacia la multitud, mientras se trabaja en el ocultamiento, también sistémico, de la información básica que permite la transparencia. Los pasos lógicos siguientes son pertinentes a la apropiación (afortunadamente temporal) de todas y cada una de las instituciones que pudieran algún día, si es que se lo proponen, no sólo evidenciar sino someter a la severa disciplina del castigo, a los corruptos por lo menos más notorios.

Más no se debe olvidar que el señor Fitche era un idealista, un precursor del ideal romántico de sociedad en el que deben imperar los fundamentos de la ley que están por encima del Estado y que a la vez lo constituyen, lo corporizan y le dan sentido a la vida en la sociedad y de ese modo evitan los efectos desintegradores de la corrupción.

Porque ese es uno de los graves y grandes riesgos de este mal.Cuando el poder es hábilmente corrupto, crea enorme confusión entre la gente, la desampara,  ejercita un clima de desesperanza y una idea generalizada de descomposición real, de abatimiento puesto que aquellos que deben sustentar el ideal de limpieza en los actos públicos, lo enturbian sensiblemente.

Ahí el agua del río social contaminado de lenidad, de robo al erario, de delitos mayores, no puede limpiarse sola al paso de la corriente, como reza la canción. Los pueblos deben limpiarla a través de una sistematización de la denuncia. Ahí surgen, pues, malamente olvidadas y peor enterradas, las palabras que pronunciara, desafiante, justo al día siguiente de haber sido depuesto Juan Bosch por no prestarse a practicarte el clientelismo, la compra de conciencias que ya eran objetos adquiribles en la plaza pública o cualquier otro lugar peor, la corrupción histórica y otros  terribles desmayos democráticos: “Ni vivos ni muertos, ni en el poder ni en la calle se logrará de nosotros que cambiemos nuestra conducta. Nos hemos opuesto y nos opondremos siempre a los privilegios, al robo, a la persecución, a la tortura. Creemos en la libertad, en la dignidad y en el derecho del pueblo dominicano a vivir y a desarrollar su democracia con libertades humanas pero también con justicia social.

En siete meses de gobierno no hemos derramado una gota de sangre ni hemos ordenado una tortura ni hemos aceptado que un centavo del pueblo fuera a parar a manos de ladrones.Hemos permitido toda clase de libertades y hemos tolerado toda clase de insultos porque la democracia debe ser tolerante; pero no hemos tolerado persecuciones ni crímenes ni torturas ni huelgas ilegales ni robos porque la democracia respeta al ser humano y exige que se respete el orden público y demanda honestidad.Los hombres pueden caer, pero los principios no.Nosotros podemos caer pero el pueblo no debe permitir que caiga la dignidad democrática. La democracia es un bien del pueblo y a él le toca defenderla”.

Un apunte

Primeros pasos

La primera iniciativa eficaz consiste en acorralar la anticorrupción, desacreditarla, abrumarla de espejismos dirigidos hacia la multitud, mientras se trabaja en el ocultamiento, también sistémico, de la información básica que permite la transparencia.

El Nacional

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