Opinión

CRÓNICA DEL PRESENTE

CRÓNICA DEL PRESENTE

Cincuenta y cuatro años después (I)

El pasado sábado 30 de mayo se cumplieron cincuenta y cuatro años del ajusticiamiento en la prolongación de la avenida George Washington, de Rafael Trujillo Molina, quien había gobernado hasta ese día por un largo período de 31 años a la República Dominicana. Al momento de la muerte de Trujillo, el autor de esta columna, que escribirá a partir de ahora en primera persona, tenía apenas veinticinco años de edad y ostentaba desde poco tiempo atrás la autoridad de senador de la República por la provincia Libertador, hoy Dajabón, que Trujillo había dispuesto que se me concediera, parece que en la ejecución de un plan de darle participación a la juventud en la dirección del gobierno de la nación en los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. El ajusticiamiento de Trujillo no me sorprendió porque estábamos enterados de que hacía muchos años había hombres dispuestos a sacar del escenario político del país al férreo, intolerante y agresivo dictador, dándole muerte.

Cincuenta y cuatro años después de su desaparición física la presencia de Rafael Trujillo Molina en la vida del pueblo dominicano está presente, todavía, no porque nuestro pueblo lo recuerde con gratitud y cariño, devoción política o admiración sino porque quienes le han sucedido en el ejercicio del mando de la nación han actuado con una irresponsabilidad increíble a excepción de aquel personaje admirable, con gran valor cívico, conducta responsable al gobernar, con un auténtico sentimiento patriótico, no solamente de amor a la República, sino de respeto a sus conciudadanos: El profesor Juan Bosch, el gran maestro político de América, a quien le corresponde el título de “Presidente Moral, Eterno, de la nación dominicana”. Se quiere combatir a Rafael Trujillo Molina y su recuerdo en la vida de nuestro pueblo mintiendo, inventando, trayendo por los cabellos a protagonistas y líderes que no representan nada en la realidad de nuestra historia.

¡Cuánta basura se oye en los medios de comunicación, radiales y televisivos!, acerca del papel protagónico de Rafael Trujillo Molina en la historia de nuestro pueblo. ¡Qué pena me da!, porque tengo tras de mi 41 años de ejercicio en el magisterio de mi país, que inicié en la carrera pedagógica en el año de 1951, cuando tenía 15 de edad y me incorporé en la Campaña de Alfabetización que dispuso el gobierno y que me llevó a ser “maestro alfabetizador” en Montecristi, en las plantaciones bananeras de la Grenada Company, división Berlanga, gigantesca plantación propiedad de la United Fruit Company, la compañía agrícola más poderosa del mundo en aquel momento. Walterio, Maguaca, Madre e Isabel, Julián y Jaramillo, poblados bateyes, fueron el escenario en el cual el autor de esta columna alfabetizó acerca de 1,500 adultos, adolescentes y niños, como maestro de “Escuela Rural de Emergencia”, que impartíamos lecciones la mayoría de las veces, en las mañanas del día sábado.

¿Por qué mi preocupación?, porque el nivel cultural de nuestro pueblo ha descendido en el transcurso de estos 54 años, a un escenario tan bajo, prácticamente inesperado e irreal. A un galope indetenible nos hemos ido quedando atrás en el escenario de los pueblos hispanoamericanos, que no tienen ninguno de ellos, ni en los otros países como Estados Unidos de América y Canadá o las islas del Caribe, los antecedentes de pueblos combatientes, militantes, admirables por sus luchas para mantener los matices de su personalidad como nación. Continuaremos….

El Nacional

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