
La primera dama Raquel Arbaje, el presidente Luis Abinader, y la vice Raquel Peña depositan flores en el Altar de la Patria
Eran las 5:00 de la mañana del sábado 27 de febrero y ya el edificio del Congreso Nacional y sus alrededores estaban completamente delineados con vallas de metal, mientras agentes de seguridad prohibían el acceso a cualquier persona que no pudiera justificar su presencia en el área.
Una hora más tarde, a eso de las 6:00 de la mañana, empezaban a llegar técnicos a e instalar equipos de los medios de comunicación electrónicos para transmitir en vivo la tradicional ceremonia.
Contrario a otros años, que los miembros de la prensa acreditados podían entrar por cualquier lugar, esta vez solo podían hacerlo por un lugar, la calle Juan de Dios Ventura.
Varios pelotones militares formados, acompañados de la banda de música, y un equipo de artillería de cañones, esperaban la hora señalada para hacer los honores militares a la llegada del primer mandatario de la República.
Invitados especiales, ministros, congresistas, embajadores y demás autoridades que asistieron a la primera rendición de cuentas del presidente Luis Abinader habían empezado a llegar temprano y todos con tapabocas de la más variada fabricación, se encaminaban de inmediato hacia la sala de la Asamblea Nacional.
Aunque ya decenas de periodistas y reporteros gráficos hacían preguntas y captaban imágenes, casi ninguno quería hablar y apenas saludaban con un ademán de brazo, y sonreían con el rostro y los ojos, y seguían su camino.
Varios puntos de acceso fueron habilitados en el perímetro de seguridad para que hombres y mujeres, portando pancartas a favor del Gobierno, que habían sido llevados al lugar en guaguas, pudieran entrar sin ningún problema. La historia no era diferente a la de otros años.
Ya a las 9:00 de la mañana muchas yipetas y carros de lujo franqueados por militares motorizados habían llegado al lugar, los militares ponían más atención a su formación y los músicos afinaban sus instrumentos.
A pesar de la pandemia a esta actividad fueron invitados unos 222 congresistas (senadores y diputados), también unos 60 invitados del cuerpo diplomático acreditado en el país, también ministros, funcionarios, y personalidades.
Ya pasando las 9:00 el desfile de funcionarios, embajadores, empresarios y altos militares de mayor importancia se incrementó y fue más constante.
Como en años anteriores una carpa fue habilitada para reporteros gráficos que captarían las incidencias de ese acontecimiento. Sin embargo, distinto a otros años no había nadie de prensa que diera facilidades para hacer fotos del ambiente y los militares de frente.
“El que este ahí es ahí y no debe salir”, expresó uno de los custodios.
Serían aproximadamente las 9:36 cuando la vicepresidenta Raquel Peña llegó. Fue recibida por el ministro de Defensa, Carlos Luciano Díaz Morfa, entre otros, con quien conversaría hasta la llegada del presidente, Luis Abinader, faltando seis minutos para las 10:00 de la mañana.
Con el término de los estallidos de los cañonazos y las notas del himno nacional (honores militares) el jefe del estado ingresó al edificio del Congreso para presentar ante el Poder Legislativo y todo el país su rendición de cuentas de sus primeros seis meses de gobierno.
Tedeum
Todo estaba listo para recibir al Presidente en el parque Colón. Militares, agentes y vallas de seguridad, gente con pancartas. Otra tarima, cárcel para los periodistas en pleno sol, de donde no podían bajar porque era “orden militar”.
Eran las 12:38 pasado meridiano cuando el Tesla del primer mandatario entro al parque Colón, y se detuvo justo a la entrada de la Catedral donde sería oficiado el tedeum.
Nadie de la seguridad ni de prensa dio aquí ningún tipo de información y el tiempo determinó que no se entraría a la misa.
Ofrenda
Como lo indica el protocolo para cada rendición de cuentas después de la misa en la Ciudad Colonial, el Presidente y sus acompañantes se dirigen al Altar de la Patria a depositar una ofrenda ante los padres fundadores de la nación dominicana.
No muy distinto a los otros lugares, había una tarima, seguridad, banda de música, cañones y militares a la espera del número uno para depositar la ofrenda. Sin embargo, una joven de la seguridad del Presidente informó: “Después que termine los honores pueden bajar y venir conmigo para que puedan hacer sus imágenes”. Y así lo hizo.
Siendo la 1:44 de la tarde el presidente llego, recibió los honores militares y se dirigió al interior del parque. La joven oficial condujo a los reporteros gráficos en todo el trayecto para que pudieran hacer las imágenes del cortejo rumbo al lugar donde descansan los Padres de la Patria.
Luego el Presidente y los demás salieron.
Después de los honores militares de salida, el Presidente y todos abordaron sus vehículos, y el pandemónium de sirenas y vehículos por doquier se adueñó de todo el entorno, convirtiendo en área en una zona de mucho cuidado.