EFE. La función del apéndice se ha discutido de manera reiterada. “Durante mucho tiempo se le consideró un órgano residual que se había atrofiado por carecer de utilidad. Esta versión venía apoyada por el hecho de que, tras la apendicitis, las personas pueden seguir viviendo sin problemas”, indica Carmen del Arco Galán, responsable de la Secretaría Científica de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) y presidenta de SEMES Madrid.
“El apéndice es un asa intestinal, comunicada con el ciego (el inicio del intestino grueso), que no tiene continuidad en uno de sus extremos.
Su aspecto de tubo móvil pequeño y estrecho recuerda a un gusano en movimiento, por eso se le denomina apéndice vermiforme”, describe la doctora.
Investigaciones recientes apuntan a que “en ese asa de pequeño tamaño existe un reservorio de bacterias intestinales que permitiría recuperar la flora intestinal tras una enfermedad que la destruyese o sustituyese, por ejemplo, una gastroenteritis prolongada”, manifiesta la especialista.
Además, el apéndice “es un órgano linfoide. Eso significa que en su pared existe un importante número de células que pertenecen al sistema inmune, a las defensas del organismo, como las que hay en las amígdalas de la garganta o en los ganglios”, añade.
Inflamación
La doctora Del Arco recuerda que el sufijo “itis” implica inflamación. Por lo tanto, la apendicitis es la inflamación del apéndice, como la gastritis es la inflamación del estómago o la tendinitis, la inflamación del tendón.