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“¡Cuídate de los idus de marzo!”

“¡Cuídate de los  idus de marzo!”

El Rubicón es un río corto de régimen torrencial del nordeste de Italia, discurre por la provincia de Forlì-Cesena, desemboca en el mar Adriático.

Cruzar el Rubicón es dar un paso sin retorno. En la política, es cuando se toma una decisión que terminará con la victoria, o la derrota. Es caminar sin mirar atrás.
En estos días ha estado de moda la frase cruzar el Rubicón, después que el expresidente Leonel Fernández pronunciará su discurso de aceptación de la precandidatura presidencial en el Partido de la Liberación Dominicana.
La frase cobra importancia histórica cuando en la madrugada del 11 al 12 de enero del año 49 a. C., Julio César decide cruzar el Rubicón, un río de aguas tranquilas y que podía ser fácilmente vadeado a caballo y hasta a pie. En época de los romanos entre 202 y 27 a. C. marcaba la frontera entre Italia, considerada parte integrante del territorio de Roma, y la provincia de la Galia Cisalpina.
Su importancia era política, militar y de mantenimiento imperial. Tenía especial importancia en el derecho romano porque a ningún general le estaba permitido cruzarlo con su ejército en armas.
Marcaba el límite del poder del gobernador de las Galias y éste no podía adentrarse en Italia con sus tropas. Hacerlo era la insubordinación y la guerra civil.
La noche del 11 al 12 de enero de 49 a. C., Julio César se detuvo un instante ante el Rubicón. Sabía que cruzarlo significaba el inicio de una guerra civil.
Julio César dio la orden a sus tropas de cruzar el río, pronunciando en latín la frase «alea iacta est» («la suerte está echada») según Suetonio en su obra Vidas de los doce Césares. De acuerdo con Plutarco en su apuntes Vidas Paralelas, Julio César citó en griego la frase del dramaturgo ateniense Menandro, uno de sus autores preferidos que dice «¡Que empiece el juego!».
En el año 59 a. C. fue elegido cónsul gracias al apoyo de sus dos aliados políticos, Pompeyo y Craso, los hombres con los que César formó el llamado Primer Triunvirato, y contra los que años después se enfrentaría. Su colega durante el consulado, Bíbulo, se retiró para así entorpecer la labor de César que, sin embargo, logró sacar adelante una serie de medidas legales, entre las que destaca una ley agraria que regulaba el reparto de tierras entre los soldados veteranos.
Durante el gobierno de Julio César la República experimentó un breve período de gran prosperidad, pero algunos senadores lo vieron como un tirano que ambicionaba restaurar la monarquía.
Con el objetivo de eliminar la amenaza que suponía un Julio César dictador, un grupo de senadores formado por algunos de sus hombres de confianza como Bruto y Casio y antiguos lugartenientes como Trebonio y Décimo Bruto urdieron una conspiración con el fin de eliminarlo. El complot culminó cuando los conspiradores asesinaron a Julio César en el Senado.
Las advertencias de los idus de marzo no fueron escuchadas por el caudillo, pero su muerte provocó el estallido de otra guerra civil.
Estos idus de marzo se hicieron famosos por estar marcados por varias observancias religiosas y por haberse producido en esa fecha el asesinato de Julio César en 44 a. C., y que es considerado un punto de inflexión en la historia de la Antigua Roma, marcando la transición del período histórico conocido como República romana al Imperio romano.
Según el escritor griego Plutarco, César habría sido advertido del peligro y complot de asesinato, pero había desestimado la advertencia.
Históricamente la frase «¡Cuídate de los idus de marzo!», corresponde al escritor inglés William Shakespeare, citada en su obra Julio César, de 1599.

El autor es periodista

El Nacional

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