POR: Oquendo Medina
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Danilo y la oposición
Sin duda alguna que a dos años de un nuevo proceso electoral a la oposición política le resultará muy difícil desacreditar al gobierno del presidente Danilo Medina.
Decimos esto partiendo del hecho cierto de que la popularidad del primer mandatario no ha descendido de un ochenta y cinco por ciento desde que tomó las riendas del poder, y, obviamente, el obstáculo a la vista ha sido el ritmo de acumulación de éxitos que en movimiento uniformemente acelerado lleva el presidente.
Como es natural, en la medida que nos acerquemos al 2016, la oposición pretenderá “abrirle fuego” al Presidente con la intención de provocar un descenso de su popularidad y, por vía de consecuencia, la del PLD; para así entonces intentar acomodarse y enfrentar a los peledeístas en los comicios venideros.
Efectivamente. El problema estriba en que las ejecutorias en lo referente a las políticas públicas y decisiones patrióticas de carácter de Estado que viene asumiendo el Presidente hablan por si solas. Ni tiempo ni espacio se le brinda a la oposición, todo es un triunfo sobre otro.
Hasta el más imberbe de los analistas políticos sabe que la oposición política ha quedado prácticamente desarmada como consecuencia de la inteligencia de estadista que viene mostrando Danilo en la solución de los múltiples y variados problemas que desde décadas atrás afectan nuestro desarrollo y crecimiento.
Su estilo sencillo de acción, de solución inmediata, abierto, comunicativo, afable, de contacto directo con la población, con los productores pequeños y medianos, ha provocado toda una revolución en el arte de gobernar.
La sociedad dominicana se siente altamente complacida con el comportamiento de Danilo Medina. Y esto, naturalmente, tiende a favorecer a su partido y a quien resulte ser candidato presidencial; el cual se verá compelido a darle continuidad al estilo de gobernar del primer mandatario.
Ahora bien, para el próximo torneo electoral tanto al Presidente como al PLD le favorece el hecho de que se está observando a una oposición política en donde el principal partido de oposición tiene más de dos años fragmentado, prácticamente dividido en dos, presentando contradicciones profundas y antagónicas.
Y toda persona versada en el análisis político sabe perfectamente que para armar una candidatura con posibilidades reales de triunfo se necesita una unidad monolítica por espacio de más de tres años antes del inicio de un proceso electoral.
No se equivocan todas las encuestas de opinión cuando dicen que definitivamente el PLD ganará las elecciones del 2016. Esa es la verdad aunque le duela a los eternos adversarios de la organización morada.