Con motivo del 52 aniversario del golpe de Estado contra el gobierno constitucional del profesor Juan Bosch, perpetrado el 25 de septiembre de 1963, y en virtud de que a diario, y durante mucho tiempo oímos, vemos y leemos denuncias de corrupción y sus grandes secuelas sobre la sociedad, no solamente municipal y nacional sino mundial, decidimos referirnos a este tema en tan especial ocasión.
Con relación a este tema se han pronunciado, desde el papa Francisco, entre otros pontífices, distintos dignatarios de la iglesia católica y cristianas, hasta las instituciones de distintas naturalezas políticas y de la sociedad civil, incluyendo los ciudadanos y ciudadanas del campo, de los pueblos, tanto intelectuales, como personas sin ningún tipo de formación.
Pero, alguien como Sun-Tzu nos aconseja en su muy famosa obra “El Arte de la Guerra”, que debemos siempre reflexionar acerca de un conflicto, para comprender sus raíces y buscar una solución más ventajosa, la cual, no siempre consiste en enfrentamientos”.
Para él lo fundamental es encontrar las raíces y decidirnos a enfrentarlo a través de estrategias que se puedan desarrollar bien organizadas y planificadas, tomando en cuenta un racionalizado proceso en cada una de las actividades tendente a resolver el conflicto.
En ese sentido hemos llegado a entender, que esto de la corrupción tiene solución, obviamente, a corte, mediano y largo plazo. Pero debemos comenzar a buscarle una solución tomando en cuenta los multifactores que la producen, a buscar sus raíces o parte de ella.
Esto nos obliga a tocar algunos aspectos medulares en el proceso de su desarrollo, básicamente en nuestra sociedad, donde hay toda una cultura de la corrupción, la cual se refleja, desde el platanero que tú le compras cien plátanos y si te descuidas, cuando lo cuentas en tu casa, te faltan más de diez plátanos.
Hay que admitir, que la corrupción está en el tuétano de nuestra sociedad.
Esta se ha convertido en toda una cultura, básicamente en el área política. Pero, ¿por qué la corrupción se ha enseñoreado sobre nuestra formación social? ¿Por qué no se le busca remedio? ¿Por qué nos empapa de arriba abajo, como si no tuviera solución? ¿En qué punto se agudiza este problema?
Esto es muy fácil de entender. Veamos el punto donde se comenzó a profundizar el problema. Cuando Trujillo fue ajusticiado el 30 de mayo de 1961, esté era el hombre más rico de la historia de nuestro país. Se dice que de cada 100 pesos que teníamos, 51 pesos era de él, 47 de los americanos y tan solo 2 pesos le correspondían a los dominicanos.
Al ganar el Profesor Juan Bosch las elecciones del 20 de diciembre de 1962 y ser juramentado el 27 de febrero del año siguiente, y no el doctor Viriato Fiallo, representante de la oligarquía dominicana, se comenzó a conspirar en su contra, no porque él era comunista como decía la propaganda, sino porque el demostró ser un gobernante meticulosamente honesto, capaz y transparente, y esto no les convenía a la oligarquía tradicional de nuestra nación, la cual, como lo demostró en los gobiernos del Triunvirato y los doce años de Balaguer, andaba detrás de la riqueza de Trujillo, para dilapidarla a su antojo y no para que esta sirviera de un desarrollo integral sostenido, para beneficio de todo el pueblo y convertirnos en una nación prospera, ordenada, disciplinada y sobre todo segura y feliz, como aspiraba el Profesor Juan Bosch.
A Bosch lo tumbaron, para convertir este país en lo que es hoy, un país donde el ingreso de los multimillonarios es 4,079 veces lo que ganan los dos millones más pobres; donde la mayor concentración de riqueza la tienen los 265 multimillonarios. Ellos tienen el 49% del PIB de este país, según Oxfam, en recientes publicaciones. Señores esto llora ante la presencia de Dios.
Esa concentración de riqueza, que entre otras cosas tiene su origen en la pérdida de más de un 20% (Siendo muy conservador) del presupuesto nacional y municipal, por robo al erario, es la causa de la pobreza y la delincuencia que nos ha llenado de inseguridad a todos.
Y todo esto se ha vendió acentuado por la diferencia de dos estilo de gobiernos. Uno que practicó la ética pública, el del Profesor Juan Bosch, quien en 7 meses de gobierno no favoreció a familiares, ni amigos ni a compañeros; dejó saneada las finanzas públicas y las condiciones normativas para un desarrollo sostenido, de continuar su gobierno, y otro, el de Joaquín Balaguer, quien, para entregar el poder en 1978, le quitó 4 senadores al PRD, para controlar la judicatura y no se pudieran castigar los crímenes y la corrupción de sus doce años, ya que el Senado era quien nombraba los jueces.
Y si los jueces hubiesen sido del PRD, y no reformista como ocurrió, se hubiesen producidos las persecuciones que su gobierno llevó a cabo contra funcionarios del PRD a partir de su retorno al poder en el año 1986.
Balaguer amarró siempre después de ahí, los demás se acostumbraron al jueguito, y ya vemos, vivimos en un país sin régimen de consecuencia. Para resolver esto debemos de volver a Bosch, quien dijo que la política era el arte de servirle al pueblo, no de servirse del pueblo. Por ahí comienza la solución más ventajosa, como decía Sun-Tzu.
En dicha conferencia, Fortunato Victoriá demostró con datos irrefutables, que la corrupción que hoy impide el desarrollo económico y social sostenido e integral de nuestra nación y que es causa fundamental de la violencia y la delincuencia que ha llenado de consternación e inseguridad a esta nación, es una consecuencia del golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963.