Reportajes

Diplomacia y Política

Diplomacia y Política

El universo de la diplomacia contiene marcadas diferencias con el de la vida política y social de un país, signada por lo habitual y lo que depara el sentido común, que no siempre presiente bien.

Los diplomáticos o enviados especiales de una nación tienen la obligación de informarse e informar a su país sobre acontecimientos que ocurren allí a donde van a residir temporalmente bajo esa condición.

Hay protocolos de cumplimiento universal, hay tratados, hay un comportamiento que norma y guía las acciones y el lenguaje diplomático.

Mucha de esa información concierne al país afecta de un modo u otro las relaciones de manera positiva o no.

Todavía más acentuadamente si esa nación es poderosa y gasta fortunas enormes en obtener datos específicos y precisos sobre aquello que desea indagar valiéndose de todo tipo de instrumental tecnológico, confesiones e infidencias que deben merecerle credibilidad con un porcentaje elevado de certidumbre.

Tienen informantes, consejeros, asesores, asistentes, que los mantienen al día de informes, preferiblemente documentados detalladamente, en unos casos cifrados y en otros detallados de forma directa.

Ninguno de estos medios suele circular abiertamente en la población o en  lugar público.

Algunos de ellos tienen categoría histórica y su difusión a destiempo puede ser riesgosa y comprometedora para la seguridad de algunas personas y para  las relaciones normales entre dos naciones que tienen compromisos múltiples.

De ahí que la discreción se constituya en un elemento básico para la buena marcha de éstas y de ahí por igual que  se haya incluso diseñado un lenguaje especial en estas relaciones, el habla diplomática.

Una embajada y su embajador, que es el funcionario de más alto rango en ella, no pueden andar tejiendo para enviarlas a su país historias ficticias sobre el comportamiento de por ejemplo el liderazgo político de un país, de sus funcionarios judiciales o de sus estructuras militares.

 La función de un embajador  no es la ficción ni la novela aunque en su vida privada la escriba buena o malamente.

Bastante menos aún cuando se trata del enviado de una potencia política, económica y militar no le es permisible contar “chismes” sobre el país en que ejerce sus delicadas funciones.

Ese no es el estilo ni el protocolo ni la función lógica de ningún diplomático.

Inmediatamente se produjeron las revelaciones del portal Wikileak sobre figuras conocidas del mundo político y militar dominicano se soltó el avispero de “desmentidos enérgicos” parecidos a la frase de un jefe que llama a un subalterno para ordenarle: “Desmienta esa información ya que es absolutamente cierta”.

Ahora se enteran los dominicanos de que sus políticos nada saben, nada dijeron, nada tienen que ver con las revelaciones que contiene el portal fundado por  Julián Assange.

No se trata de si los diplomáticos de la Metrópolis mienten o suelen asumir posturas subjetivas respecto a lo que ven, oyen y sienten en un país si no de no les es permitido, pese que no pueden controlar cien por ciento de lo que ocurre, inventar fábulas y convertirlas después en cables diplomáticos aún cuando contenga su percepción cierto nivel de subjetividad y de apreciaciones discutibles.

Sus protestas se notan enérgicas y se atienen al comentario del enviado de la Metrópolis en el sentido de que todo aquello de las intrigas interpartidarias, las vinculaciones oscuras, los compromisos no ortodoxos con uno que otro personaje siniestro no son más que “chismes”.

Hasta ahora no se sabía que esa, la recolección de  figuras subjetivas de la gramática y el lenguaje de vecindario venidos a menos, era una “misión” de la diplomacia.

Ciertamente se insulta a un diplomático a posteriori cuando se asume que sus informes, comentados, analizados o enmendados al otro lado del océano, eran producto del “chisme”, una indignidad como es ese tipo de comportamiento y habla común.

En verdad lo que no hay es valor para admitir posiciones asumidas en el pasado que ahora no conviene recrear y airear en los medios de prensa porque se negocia algo, porque no conviene, porque ya sucedió o porque las condiciones en que se produjeron ciertos “choques” de sazones políticos cambiaron ostensiblemente.

Ahora de lo que se trata es de pactar acuerdos, hacer repuntar compromisos  en medio de una precampaña que viene dura para el año que viene.

 De ahí a mostrarse “indispuestos” y hasta arrogantes en medio de la irresponsabilidad sobre comportamientos asumidos antes, hay cierta distancia.

Cables WikiLeaks

Los cables diplomáticos obtenidos por el australiano Julian Assange, editor de  Wikileaks, desnudan a presidentes, funcionarios, políticos, empresarios y personalidades en sus relaciones con el poder político y la sociedad.

El Nacional

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