Reportajes

Dos visiones  sobre la  Cuba del presente

Dos visiones  sobre la  Cuba del presente

Fernando Buitrago me acusa de desinformar.  Es uno de los más graves pecados que se le puede imputar a un periodista, en cuanto supone distorsionar a sabiendas la verdad, algo de que me he cuidado en más de 6 décadas de ejercicio profesional. 

Para ello exhibe una ficha de característica policial de la joven bloguera cubana Yoani Sánchez, a quien no conozco personalmente y a la que presenta como una fabuladora casi patológica, en contraposición a su bien establecida  imagen internacional como una joven rebelde empeñada en ofrecer al mundo la otra cara de la Cuba de hoy en contraposición a la que proyecta el gobierno.  No faltan los clásicos epítetos de “agente de la CIA” y “traidora a la patria”, tan abusados cuando se carece de reales argumentos de refutación.

Si Yoani es tal como la presenta Buitrago y si en Cuba su blog tiene menos de 100 seguidores, ¿qué sentido y justificación tiene que las autoridades le hayan negado por años el permiso para salir al exterior y poder retornar a la isla? 

Si Yoani ha ganado categoría de victima y heroína, gran parte del mérito le corresponde a esa absurda prohición, que equivale a un secuestro y viola derechos reconocidos en la Carta de las Naciones Unidas, de la que Cuba es signataria y persistente violadora.

Limitar los reconocimientos que ha recibido a la SIP, a la que pertenece El Nacional y el Grupo Prisa de España, resulta discriminatorio.

¿Qué hay de la acreditada revista Time que la incluyó entre las 100 figuras más influyentes del mundo en el 2008?  ¿Y de la Universidad de Columbia que le otorgó el prestigioso premio María Moors Cabot? ¿Y el Foro Económico Mundial que hizo figurar su blog, Generación Y, entre los 25 más importantes del mundo? ¿Y el Premio Internacional a las Mujeres de Valor en el 2011, en ceremonia encabezada por Michelle Obama, la Primera Dama negra en la historia de los EEUU, algo que todavía no ha habido en Cuba desde la instauración de la República ni en estos 54 años de régimen fidelista? ¿Y las invitaciones del Senado de Brasil y del Parlamento Europeo?   Sin dudas, o Yoani Sánchez es una de las más notables simuladoras que registra la historia, o los integrantes de todas esas instituciones tanto como los innumerables seguidores que tiene su blog, están afectados por una peligrosa epidemia de idiotez colectiva.

El que Yoani haya ganado 400 mil dólares en los últimos años a través de las publicaciones que acogen su blog (cifra que no puedo corroborar porque no soy auditor de sus finanzas, ya que bastante tengo con administrar las mías), es en todo caso una señal del éxito de su trabajo intelectual, que dista mucho de caer en la clasificación de vagancia.

¿O es que quienes comunicamos merecemos el calificativo de vagos?

Pero evitemos desinformar para complacer a Buitrago, cuya opinión, dicho sea de paso, respeto aunque refute.  Un ejercicio de libre opinión del que ni la disidencia, ni la oposición pueden disfrutar en la Cuba de hoy con una prensa sometida al más estricto control oficial, razón por la que Yoani Sánchez y numerosos disidentes y periodistas independientes están obligados a expresarse a través de sus respectivos blogs, cuando y como pueden.

En realidad, Yoani no es más que una simple excusa en esta discrepancia de pareceres entre Buitrago y yo.  En fondo, la realidad subyacente pero principal es la de dos visiones distintas sobre la Cuba de hoy.

La mia es la del completo fracaso de un sistema económico que  hizo exclamar angustiosamente a Raúl Castro, a poco de asumir por herencia fraternal el bastón de mando, “O Cuba cambia o se hunde”, consecuencia de toda una serie de absurdas medidas acumuladas a lo largo de más de medio siglo.  Refresco la memoria de Buitrago. 

La desastrosa zafra de los 10 millones de toneladas de azúcar y el posterior desmantelamiento de esa industria que ha reducido la producción actual de la isla a menos de millón y medio. La idea lanzada al vuelo de que íbamos a exportar más quesos que Holanda.  La famosa vaca que produciría 100 litros de leche diarios.

La descabellada propuesta de sembrar café  Caturra (de altura) y fresa (de microclima) en la hondonada del bosque de La Habana, en que levanté callos en las manos.  La estatización de todas las actividades económicas, incluyendo las artesanales (todavía recuerdo al pobre Martín, el zapatero remendón de mi barrio, perdiendo su modesto taller).

La adopción de medidas sociales sin una real base de sostenibilidad dependiente primero del generoso subsidio del imperio soviético (en el que cayó Cuba a cambio de sacudirse del imperialismo norteamericano) y más recientemente, de la dispendiosa amistad chavista. 

Como resumen ante la imposibilidad de hacerlo todo lo extenso que resulta, la increíble caída de la agricultura cubana.  Con dos veces y medio el territorio dominicano y las mismas condiciones climáticas y de suelos,  a diferencia nuestra que producimos más del 80 por ciento de los productos del agro que consumimos, aportamos a la industria turística y exportamos, Cuba debe importar esa misma cifra ….y ¡sorpresa¡ lo hace en su mayor parte del odiado (¿?) enemigo: los Estados Unidos convertido en el cuarto o quinto socio comercial de la isla.

Un último tema:  los derechos humanos. Buitrago olvida o posiblemente desconoce que por las cárceles cubanas han pasado más de 200 mil personas por motivos políticos; que ha habido miles de fusilados (inclusive de quienes contribuyeron a la caída de Batista);  dos millones de exiliados (el mayor éxodo en la historia del Continente por parte de la dictadura también más prolongada habida en el mismo); que en Isla de Pinos los presos dormimos sobre un colchón de explosivo plástico con la permanente amenaza de volarnos; que en la cárcel de Boniato (donde al igual que en otras hubo palizas individuales y colectivas), estaban las famosas celdas tapiadas y que en última instancia,  hay formas mucho más sutiles de tortura desarrolladas por la KGB y también por la CIA que son capaces de destrozar a un ser humano sin siquiera rozarlo con el pétalo de una rosa.

Ni que decir de los famosos actos de repudio contra quienes simplemente manifestaron su deseo de abandonar la isla, haciéndolos víctimas de todo género de agravios e indignidades.

 Finalmente, recordarle que si puedo decir todo esto en la patria de Duarte de la que me siento orgulloso de pertenecer como hijo adoptivo, es por la imposibilidad de decirlo en la de José Martí, de la que me siento orgulloso de ser oriundo.

El Nacional

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