Aunque se supone que su diseño responde a un estudio minucioso, el plan nacional de viviendas “Familia Feliz” anunciado por el Gobierno es tan ambicioso que su ejecución ha generado dudas.
Para la construcción de las 62 mil unidades en lo que resta a la gestión del presidente Luis Abinader, el sector privado, que estaría a cargo de la materialización, tendrá que contar con logística y las más amplias facilidades.
La financiación a los beneficiarios, que sería a través de bonos del Gobierno, no es lo que está en juego, sino el ritmo de construcción, que, como publicó El Nacional el pasado viernes, sería a un promedio de 48.2 viviendas por día. El plan no puede ser más atractivo y necesario para enfrentar el déficit habitacional.
El proyecto contempla unidades a 800 mil pesos para las personas con salario mínimo, que pagarían menos de 4 mil pesos mensuales; 1.4 millones para las que tienen ingresos de 26 mil pesos, y apartamentos con un valor de hasta 4.5 millones para quienes tienen ingresos de 90 mil pesos en adelante.
El Gobierno tendrá que ponderar todos los pormenores para salir airoso de ese proyecto.