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EE.UU. temió Alemania asumiera control de las aduanas dominicanas

EE.UU. temió Alemania asumiera control de las aduanas dominicanas

Grabado del alemán Willy Stower, en el que se encuentra a la derecha el buque cañonero Vinetta. fuente externa

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La creciente influencia de Alemania en el comercio dominicano, a partir de 1888, despertó celos de Estados Unidos.

El flujo de productos básicos, la organización de los mercados europeos y la rivalidad entre los países industrializados constituyó el centro de atención de la época.

A finales del siglo XIX se incrementó la competencia en el mercado internacional, pero fue un momento que la industria tabacalera dominicana entró en crisis.

El historiador alemán Michiel Baud, en su libro Modernidad y luchas sociales en la sociedad dominicana, siglos XIX y XX,  dice que en ese período el comercio hanseático fue objeto de los cambios estructurales en la posición de sus ciudades y su incorporación en el imperio alemán.

 Este imperio, según Wikipedia, fue la forma de Estado que existió en Alemania desde su unificación y la proclamación de Guillermo I como emperador, el 18 de enero de 1871, hasta 1918, cuando se convirtió en una república después de la derrota en la Primera Guerra Mundial y la abdicación de Guillermo II el 9 de noviembre de ese año, como resultado de la Revolución de Noviembre.

Crisis grave

Iniciando el siglo XX, República Dominicana mostraba un cuadro desalentador, como resultado de la incapacidad administrativa de sus gobernantes, ineptos para la gerencia política, pero muy capaces en el uso de  las armas para alcanzar el poder.

La economía dominicana, a pesar  de las exportaciones del tabaco y otros rubos a Europa, continuaba en un estado deplorable, con una recesión,     un elemento  desconocido para la época, pero que se manifestaba con el comercio semiparalizado, producto del aprovechamiento ilícito de las rentas de Aduanas, cuyos ingresos eran primordial fuente de recursos del erario, pero que eran desviados para alimentar el  botín de guerra de los caudillos regionales del país.

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Para mejor ilustración el  panorama era el siguiente: las aduanas de Santo Domingo estaban bajo el control del Gobierno, con el caudillo “coludo” Juan Isidro Jiménez en la presidencia. La oposición, integrada por los “bolos”, dominaban las aduanas de San Pedro de Macorís, Puerto Plata, Montecristi y Samaná.

Control aduanero

El control aduanero de Sánchez correspondía a los “colituertos”, que eran remanentes de los partidarios  del presidente Ulises Heureaux, quien había sido asesinado.

Esta circunstancia era aprovechada admirablemente por prestamistas de los países europeos, entre ellos  de Alemania, mediante arreglos convencionales. Las aduanas dominicanas fueron cayendo en manos de compañías financieras extranjeras, muchas veces constituidas con  ese propósito.

La realidad económica era tal que el país cayó en  total descrédito internacional, perdiendo la confianza en la palabra de la Nación, siendo estas garantías insuficientes sin un fiador que respondiera por el país.

Entre las empresas acreedoras está la “Improvement”, que en una hábil maniobra, sin informárselo al Gobierno dominicano,   transfirió la representación de los tenedores de bonos de la deuda externa al Gobierno de los Estados Unidos, convirtiéndose esta de un derecho privado en una obligación de derecho público.

Amenaza alemana

 La presencia amenazante en el 1904 en el antepuerto de Santo Domingo, la, de los buque Vinetta, de Alemania, Giovanni Baussan, de Italia, De Ruyter, de Holanda y Tage, de Francia, así como embarcaciones que rondaban en la costa norte, desde Puerto Plata hasta Montecristi, sirvió al Gobierno estadounidense para acudir en “ayuda” de República Dominicana, bajo el temor de que existiera un convenido entre las naciones europeas, en el sentido de que una de ellas, posiblemente Alemania, se hiciera cargo por la fuerza de la administración de las aduanas dominicanas.

Ante esa situación delineada, Estados Unidos decidió intervenir las aduanas dominicanos para un plan de ajuste de la deuda externa, con la firma de una Convención en el 1905, la cual luego de una reforma, entró en vigor en el 1907.

La Convención estipulaba que el 45% del producido bruto de las recaudaciones aduaneras, que entonces se estimaba en US$ 2,000,000 anuales, fuera  para el Gobierno dominicano para cubrir sus necesidades del presupuesto y el restante 55% para el pago de la deuda externa e interna.

 En santo Domingo, el imperio alemán aplicó la política diplomacia del cañonero. Esta estrategia consiste en presionar a un país menos desarrollado o poderoso para aceptar un tratado desigual, obviamente favorable al país que presiona; en caso de negativa, se envía un cañonero al mar de dicho país, para bombardear sus puertos y obligarle a aceptar sus condiciones.

 Pero en el caso dominicano, Estados Unidos actuó con prontitud para defender sus intereses, basando en la  Doctrina Monroe, sintetizada en la frase “América para los americanos”. Esta doctrina fue elaborada en 1823  por el presidente estadounidense John Q. Adams, pero es atribuida al también presidente James Monroe. Consistía en que cualquier intervención de los europeos en América sería vista como un acto de agresión que requeriría la intervención del Gobierno de Estados Unidos.

La política internacional alemana interfirió en varias ocasiones en acontecimientos políticos en Santo Domingo y también obtuvo beneficios de la “diplomacia de las cañoneras” alemana.

Este protectorado a República Dominicana ofreció un medio práctico para que el Gobierno de Estados Unidos probara lo que ellos consideraron eficiencia de la Doctrina Monroe.

Con la intervención de EE.UU. en las aduanas de RD, la presencia de Alemania disminuyó en la zona y desapareció completamente en la Primera Guerra Mundial, para  Washington conseguir definitivamente la hegemonía en la región.

 Comerciantes alemanes fueron reapareciendo gradualmente a partir de 1920 tras finalizar la contienda mundial.