POR: Hugo A. Ysalguez
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El desaparecido director del Listín Diario, don Rafael Herrera, escribió unos de esos editoriales famosos, lleno de gracia y con un aire de jocosidad, donde señalaba que cuando una persona necesitaba un empleo, se enganchaba a periodista o a policía, significando la poca inclinación existente por ingresar a una académica.
En el contenido del escrito de don Rafael, no había nada despectivo ni se refería en forma peyorativa a quienes ejercían el periodismo en forma empírica, ni aquellos que ingresaban a la policía en busca de un sueldo. El egregio periodista era un autodidacta por excelencia, con una sólida formación intelectual.
En el pasado y en el presente, los redactores de noticias tienen mejores puntuaciones para escribir una crónica que algunos egresados de las escuelas de periodismo. Si elaboramos una lista de quienes relatan los sucesos en los periódicos y en los noticieros, notaremos que la mayoría son empíricos.
Así ocurre con los profesionales del derecho. Las personas que necesitan un título académico, ignorando los test que se aplican para determinar la vocación, se inscriben en una escuela de derecho. Partiendo de esta premisa, tenemos la realidad de que en el país hay una excesiva cantidad de togados.
El jurista español Ángel Ossorio, autor de la obra el “Alma de la Toga” decía que abogados son aquellos que ejercen la abogacía, es decir quienes litigan en los tribunales y que viven en los estrados postulando por sus patrocinados, descartando que los que no van a los juzgados no deben igualarse a los letrados.

