Opinión

El centinela

El centinela

En la frontera de Jimaní había un joven albino, que se instalaba en la puerta con una soga, que extendía de lado a lado, para arbitrar quienes podían entrar. Ocurrió un terremoto, soplaron los vientos, y nuestro leal centinela, bajó la soga, y desapareció con ella. En tanto, más de 100,000 haitianos, específicamente uno de cada tres según ENI 2012, entraron al país, después de ese acontecimiento.

Al cabo de un tiempo, tantos haitianos sobre todo mujeres y niños hormigueando en nuestras calles contribuyó para que el hechizo de la solidaridad se fuera extinguiendo. Regresaron los fabuladores con el cuento de «la conspiración internacional» y engatusaron a muchos incautos, exacerbando el sentimiento patrio y la soberanía mancillada por este ejercito de inmigrantes negros y pobres.

Como para rematar, emergió la muy cuestionada sentencia 168-13 que lejos de contribuir a regular la migración, desnacionalizó retroactivamente a cientos de miles de dominicanos de ascendencia haitiana, que desde el 2007 por resolución del Presidente de la Junta Central Electoral, venían siendo despojados de sus documentos de identidad. Se acuerdan de «A Juliana que se valla para su país, esa no es dominicana».

Hubo muchas voces sensatas que se levantaron para protestar y advertir a las autoridades que acciones de ese tipo no iban a ser toleradas por la comunidad internacional con la que tenemos muchos acuerdos de respeto a los derechos humanos. Aunque el Plan de Regularización del gobierno tiene muchas bondades, no ha sido suficiente para disipar la aprensión internacional, que ahora amenaza con sanciones económicas.

Hay que detener los llamados a la defensa de la soberanía que solo se hacen con fines electorales. Ningún país ni organismo internacional incluyendo al Papa, van a apoyar este tollo constitucional.

El Nacional

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