Opinión

El colapso de Venezuela

El colapso de Venezuela

Orlando Gómez Torres

Mientras el Presidente Nicolás Maduro emplea su poder sobre el Consejo Nacional Electoral de Venezuela para que este retrase las celebraciones de un referéndum revocatorio en su contra, la situación en ese país se torna cada vez más crítica con un riesgo cada vez mayor de un colapso político, social y económico. La República Dominicana así como todos los países que nos encontramos en relativa cercanía a Venezuela, deben ser llamados a la reflexión sobre el futuro inmediato de su vecino o terminar enfrentando las realidades de un estallido social que provoque una crisis humanitaria que se nos saldría de las manos.

La resistencia del chavismo en admitir las vías constitucionales existentes para el llamado a referéndum, y la persistencia de una oposición empoderada por unas elecciones legislativas donde obtuvo una amplia mayoría, sumado a una de las peores crisis económicas de la historia de Venezuela, nos lleva a creer que estamos en un punto donde la pregunta no gira en si llegará a ocurrir un estallido social, en este momento la pregunta es ¿Cuándo?.

A pesar de la caída de Dilma en Brasil y la derrota de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Nicolás Maduro aún disfruta del apoyo de muchos de sus aliados regionales, algunos que le han apoyado vocalmente en las actuales circunstancias y otros que han preferido guardar silencio. A estas alturas es el deber de todos los líderes regionales poner a un lado las pasiones ideológicas y hacer un llamado enérgico para que se ponga fin a la división sectaria de Venezuela y a que este país abra paso a las reformas políticas y económicas que necesita su pueblo para levantarse del lodo de donde se encuentra.

Más importante aún, los países de la región, incluyendo al nuestro, deben tomar con seriedad la posible eventualidad de un estallido social en Venezuela que genere una crisis de refugiados hacia las fronteras y aeropuertos de nuestros países. La gravedad de la situación venezolana ha llegado al punto donde su desenlace pudiera tener repercusiones no solo a lo interno de ese país, sino sobre todos nosotros, haciendo responsables de esos resultados a nuestros propios líderes.

Ninguno de Colombia, Panamá, Nicaragua, Brasil, Ecuador, Puerto Rico, la isla de Curaçao o la República Dominicana están preparados o en condiciones de manejar un flujo sostenido de refugiados que resulte de un episodio prolongado de inestabilidad política o social en Venezuela.

Deseo lo mejor para Venezuela, y que este logre encaminarse a una transición política pacífica y un paso decisivo hacia las reformas económicas que su país necesita. Pero me preocupa la realidad de que esto sea lo más improbable, y que mi país no esté preparado para dar frente a las consecuencias. Recemos por lo mejor, pero es tiempo de que estemos preparados para lo peor.

El Nacional

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