Opinión

El del 9 de febrero de 1966

El  del 9 de febrero de 1966

Hay hechos que nos marcan para toda la vida. A mí, por ejemplo, hay cuatro sucesos que me sirvieron para cimentar mis afanes de lucha para combatir en cualquier escenario a los regímenes oprobiosos y defender el derecho de los seres humanos a la alimentación, acceso a los servicios de la salud, educación, una casa donde morar y la vigencia de las libertades públicas.

Con apenas 11 años de edad, muchas fueron las veces que me involucré en las movilizaciones de los grupos combatientes al Triunvirato nefasto que desgobernó República Dominicana después del golpe de Estado contra el honesto presidente Juan Bosch, en 1963.

No puedo olvidar la actitud de los tristemente recordados cascos blancos la tarde del 24 de abril del 1965 frente al Parque Independencia, en donde estuve con una caja de limpiar zapatos al hombro.

De igual modo, presentes en mis recuerdos están los bombardeos al puente Duarte y las ráfagas de los aviones vampiros y P-51 que iniciaban sus vuelos rasantes por el lado de los Tres Brazos en la confluencia de los ríos Ozama e Isabela.

De esa época están también los acontecimientos del 19 de diciembre, cuando las tropas genocidas del Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA) sorprendieron aviesamente a los valientes revolucionarios en el asalto al Hotel Matum de Santiago, lugar donde cayó el inolvidable coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez.

Finalmente, el día nueve del presente mes (hoy), se cumplen 49 años de la masacre perpetrada en el Palacio Nacional por las fuerzas policiales en contra de los indefensos estudiantes de los diferentes niveles del sistema educativo que exigían asignación una mayor presupuestal para la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), así como el respeto a su autonomía.

Nunca se me podrá borrar de la mente que ese día del año 1966, los alumnos de las escuelas secundarias, intermedias y primarias de la capital marchamos en orden total hacia la Mansión Presidencial y allí los monstruos policiales se ensañaron –una vez más- contra desarmados jóvenes y niños que reclamaban sus derechos.

Ese último hecho provocó todo un levantamiento nacional que nunca debe olvidarse y tenerlo como referencia del martirologio que siempre ha caracterizado a los sectores estudiantiles que luchan por el bienestar del pueblo dominicano. Ojalá y que el Comité 9 de Febrero se levante y someta a la acción de la Justicia a los mandos policiales responsables de esa masacre. Sería un buen ejemplo para demostrar que la barbarie contra los pueblos, tarde o temprano se paga.

El Nacional

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