Hijo de un prócer de la moral ciudadana, del derecho, abanderado judicial, defensor de la dignidad humana, la constitucionalidad, la soberanía nacional y de los fundamentos de la institucionalidad, Yordi Veras, víctima de un atentado criminal, sacrilegio ocurrido hace un mes y día en la heroica ciudad de Santiago.
Resiste con valor supremo el infortunio inmerecido que le ha tocado vivir junto a sus apreciados familiares, el ejemplar jurisconsulto y queridísimo amigo, doctor Ramón Antonio Veras, Negro, de quien espero no reniegue mi sinceras consideraciones en torno a su personalidad, desprovista de lisonjas ni extremismo, a no ser la luz de la verdad, que es el alma de la historia, tal como refería Antonio de Solís.
El horrendo crimen que lacera las propias entrañas de la dominicanidad, representa una herida también contra la abogacía, padres y madres y la sociedad en general. Yordy Veras, excelente jurista y periodista, con la juventud todavía a flor de labios, inteligente, consagrado, capaz y vertical, sufre el viacrucis que lacera parte de su vida en momento en que se dirigía al programa Té y Café, en el cumplimiento de su misión periodística alentadora y verás.
El país ha experimentado una conmoción social lacerante, ante aquella tragedia ruin, cobarde, porque así actuaron los canallas y cómplices de tan detestable acción delictiva. Yordi, encauza el itinerario, la trayectoria de su padre y razones que renacen en su alma bajo el influjo de su progenitor. De tal palo, tal astilla. Hay que decirlo, porque no cede en sus principios y tiene un dinamismo cautivante en su ejercicio profesional. Como decía R. Fagort: La sabiduría es la juventud del espíritu.
Las autoridades judiciales y policiales han aseverado con firmeza, especialmente la joven procuradora fiscal Jenny Berenice Reynoso, que autores materiales y cómplices serán detectados y traducidos a la Justicia, y eso espera la nación. Lamentando que nuestra legislación arcaica ni siquiera sustenta el cúmulo de penas y es una legislación con más de 50 años, algo inaudito pero cierto.
Nadie, absolutamente nadie, podrá resarcir moralmente el daño sufrido en carne propia por Yordi, su esposa, hermanos y familiares, sobre todo de Negro Veras, prohombre con decoro, honradez e integridad, porque es una herida que no sanará nunca, y su dolor es tan grande que no le pertenece.
Las valientes declaraciones ofrecidas desde New York por el Negro Veras, reseñadas por el amigo Adalberto Domínguez, editor de El Nacional, el pasado domingo, mueven a preocupación e indignación al referir, entre otras cosas, que la familia Veras Rodríguez y Gómez, con el atentado contra Yordi, han tenido que sufrir no solamente el atentado criminal con todas las secuelas de lesiones corporales padecidas por la víctima directa, Yordi Veras, sino también que soportan perversidades de todos los calibres de aquéllos que se sienten mal porque Yordi no murió por los disparos, y ahora quieren asesinar a la familia entera por los disparos que salen de las gargantas perversas.