Opinión

¿Elevar la política?

¿Elevar  la política?

El tema de la profesionalización de la política ha estado sobre el tapete en los últimos meses. De hecho, se han creado entidades privadas con la finalidad de desarrollar programas destinados a elevar la formación de los distintos actores que intervienen en ese mundo tan especial como lo es el de las ciencias políticas.

Considero que no sería racional intentar negar la importancia de un tema de esta naturaleza, toda vez que siempre resulta positivo todo aquello que tienda a incrementar los niveles de competencia de las personas y organizaciones que llevan a cabo un oficio determinado.

Ahora bien, me parece que el tema está siendo abordado de forma parcial, ya que se está reduciendo la formación impartida a la perspectiva electoral de la problemática. Es decir, se está limitando a crear conciencia entre los protagonistas del rigor necesario que hay que observar al momento de implementar campañas electorales provistas de alto sentido de profesionalidad. De esa forma, se tocan temas como las tácticas, las estrategias, la publicidad, las redes sociales, el contenido de los discursos, la oratoria adecuada, los programas, etcétera.

Insisto en que de esto tengo una alta valoración, pero no puedo callar que tales asuntos están desvinculados de lo que son y deben ser los objetivos de la política, entendida esta como el más idóneo instrumento para ser colocado al servicio de la construcción de una nación lo más justa y equitativa para sus habitantes, tal como afirmaba Duarte. En otras palabras, se puede decir que estas iniciativas se quedan mucho más en la forma que en el fondo de las cosas.

En ese escenario surgiría la pregunta sobre qué es lo que en verdad necesita este y todos los pueblos del mundo, si políticos muy bien entrenados, con una elevadísima formación, con un ejercicio muy profesional de su oficio, o líderes comprometidos con hacer de su actividad un canal de servicio social.

Sin negar, como hemos afirmado, la importancia de lo primero, creo que nadie podría negar que lo más trascendente sea lo segundo. De prevalecer las actuales características, como puede ocurrir de continuar hacia dónde nos encaminamos, lo que estaríamos es creando la paradoja de dotar a políticos irresponsables de herramientas imprescindibles para conquistar el poder y hacer de él una empresa colocada a la disposición de sus particulares intereses y de los grupos a los cuales representan, siempre en desmedro de las conveniencias colectivas.

El Nacional

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