Reportajes

Eliminación de la marginalidad y la desigualdad es:  cero cólera

Eliminación de la marginalidad y la desigualdad es:  cero cólera

Con los ya resueltos problemas de marginalidad que vive el país resulta difícil que entre el cólera aquí como dueño y señor del pánico público y de la preocupación oficial reforzada.

No se ve un ranchito desvencijado al lado de esos ríos hoy cristalinos, por ninguna parte, una vergüenza pretérita para nuestro gran desarrolla social actual.

Incluso las tormentas intensas van a tener poco qué hacer por estos espacios de maravilla, muy bien cuidados.

Tras tantos años de esfuerzos por Despachos florecientes y muy bien equipados, la salud colectiva se halla garantizada a cabalidad.

Se han logrado presupuestos focalizados en la participación democrática y lo de las escandalosas Ong fantasmas y barrilitos y dietas enormes en contraste con la miseria colectiva, es ya materia de la historia.

Los ilustres congresistas se dedican en cuerpo y alma a legislar en favor de las mayorías a fin de mantener las grandes y caras conquistas sociales logradas como por ejemplo el grueso y exitoso presupuesto para educación que no sólo cumple en consonancia la ley que le otorga el 4 por ciento sino que lo desborda en un excepcional ejercicio de generosidad y responsabilidad.

Los gritos desesperados por una atención presupuestaria equilibrada y justa no tienen razón de ser a estas alturas.

Las fundaciones multimillonarias se sostienen en una supervisión legal estricta para impedir que puedan recibir fondos excesivos con carácter exclusivo.

Todos los dominicanos, sin exclusiones irritantes como ocurría en el pasado, disfrutan de esta nueva Era de gran progreso con una economía que crece y crece como el espagueti aquel.

El cólera se fuñó para entrar a la República Dominicana donde ya entró hace años en vigencia la nueva ley migratoria que durmió por mucho tiempo engavetada en despachos de exquisita principalía.

El añejo tema de la reelección, otra versión fragante del cólera (o de la cólera), versión palacio, se quedó para los amarillentos archivos de la era de Concho Primo.

Habiendo alcanzado el país un sitial envidiable de concertaciones sociales ya no hay (como antes también) un diez por ciento de ultra privilegiados con un setenta por ciento del producto interno bruto en el puño.

Ahora hay justicia social, repartos éticos y equilibrados del poder y nada de corrupción en la administración pública.

Los problemas energéticos que tanto dolor, angustias, atracos y ruinas económicas produjeron pertenecen a la prehistoria.

El robo descarado de los bienes del Estado perimió probablemente para siempre y ya no es tema de agenda de ningún analista tempranero de los medios consuetudinarios.

Los ranchitos  de cartón a orillas de los ríos, esa fea costumbre de los pobres, una vergüenza para la gran democracia nacional, carecen de actualidad en la vida dominicana.

Las efectivas operaciones del organismo correspondiente devolvieron el cristal de los ríos y cañadas, antes malolientes, en los que ya se puede bañar hasta los niños recién nacidos.

Ya por municipios como Jarabacoa no pasan diariamente camiones de madera preciosa a la vista de todos ni se trafica humanos en la frontera ni se da ropa usada y prohibida en ferias públicas como las del mercado central de Santiago y calles adyacentes, como rezaba una prohibición (simbólica, apenas) del ministerio de Salud Pública

Los corruptos fueron cayendo uno a uno y cediéndole el gobierno a los pobres sus enormes residencias campestres y urbanas, mientras se les siguió  duros procesos por diferentes delitos de Estado y privados.

Con una revolución democrática, educativa, juvenil, deportiva, cultural y otras anexas y por venir, la mayoría de los dominicanos, que ya no necesitan salir en yolas ni hacer transacciones oscuras para abandonar el país a la desesperada, se sienten orgullosos de sus transformaciones tan queridas y tan esperadas por lustros y centurias y días y horas.

Los críticos de tan espectaculares cambios ocurridos en la vida de tantos dominicanos, como por efecto de una operación mágica, no tienen nada qué buscar en sus espacios dilatados y enmohecidos.

Ahora los gobernantes dominicanos se pueden dedicar a salir cuando les plazca del país y estarse hasta dos semanas y más gracias a una revolución democrática que es ejemplo para el mundo y toda la humanidad.

Mortalidad

El cólera es una temible enfermedad contagiosa que en Haití ha matado a casi dos mil y tiene acogotados a otras decenas de miles y cuya expansión se teme alcacne a 400 mil.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación