POR: JEREZ WHISKY

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Un funcionario excepcional

Hay un viejo refrán entre nosotros que dice: “Si quieres saber quién es Nandito, dale un mandito”, queriendo con ello significar el cambio radical de conducta o actitud que experimentan ciertas personas, tan pronto ocupan un puesto de relativa importancia.

En cambio hay otros a quienes los humos no se les suben a la cabeza, y siguen siendo las mismas personas humildes y atentas, no solo con sus amigos y conocidos, sino aún con quienes conversan por primera vez.

Este caso lo he podido comprobar, en más de una oportunidad, con el director ejecutivo del Instituto de Aguas Potables y Alcantarillados, INAPA ingeniero Alberto Holguín, quien en un día predeterminado de la semana recibe en su despacho a decenas de personas, no importando su rango social, que van a solicitar cualquier tipo de servicio de la institución, como son la reconstrucción de un pequeño acueducto de una comunidad, la reconstrucción una bomba para impulsar el agua, así reconstrucción de una planta para el tratamiento de aguas potables o residuales, dándole un trato afable y respetuoso y ofreciéndole una solución de forma eficiente de los problemas planteados, tanto a las gentes humildes como a funcionarios de mayor jerarquía, legisladores, síndicos, regidores o dirigentes del P.L.D.

Pero el ingeniero Holguín, para quién el norte de su gestión es contribuir al máximo al éxito del Gobierno del Presidente Danilo Medina, con quien se siente comprometido en cuerpo y alma para realizar una brillante labor administrativa, se caracteriza también por el celo y la pulcritud con que maneja los fondos puestos a cargo del INAPA, para construir los distintos sistemas de agua potable que el Jefe del Estado está ejecutando a todo lo largo y ancho del país.

El pago de cualquier cubicación está sujeto a un riguroso proceso de auditoría física que pruebe hasta la saciedad la inversión segura del más mínimo centavo.

Si en la administración pública abundasen los funcionarios de la entereza y probidad del ingeniero Holguín, como estoy seguro de que los hay, no tendríamos que andar juramentando comisiones de ética en cada dependencia del gobierno, la mayoría de las cuales permanecen de brazos cruzados, mientras ciertos funcionarios que hace algún tiempo llegaron a los puestos con una mano alante y otra atrás, como dice la conseja popular, para significar que eran pobres de solemnidad, hoy andan con los bolsillos forrados de papeletas provenientes del erario estatal.

Y hasta el próximo domingo, con más Jerez y más Whisky