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Escribir y pensar

Escribir y pensar

Escribir/Pensar. Suele darse simultáneamente en un solo acto de prestidigitación, ¿consciente mientras se trazan los signos que responden al llamado de escribir? Posiblemente.

Escribir es pasado; pensar, circular. Escribir y pensar lo mismo para lograr belleza literaria, plástica. Cuando llega la madurez de la vida se puede llegar a ponderar que se escribe con pensamientos que llegan de la autosatisfacción, a favor o contracorriente. ¿Se le puede poner pensamiento a lo que no llega a ser escritura?

Buscar plasmar por escrito el pensar existencial, dado por la forma de vida, apoyarlo con el pensamiento-escritura del otro, que suele llamarse erudición, que de acuerdo a lo que se escriba y de lo que se “sepa”, sin que se determine realmente lo que se sabe o si es una reserva de nuestros “saberes”, ¿saberes de qué, a favor de qué?

El pensamiento-escritura en lo que se refiere a mi experiencia vital ha sido lenta. Mi “saber” está acompañado de puestas de soles y de lunas, del fluir de río cerca y a lo lejos en una ciudad a oscuras en torno a cómo se vive, se vivió o se sigue viviendo aspirando a ser escritura.

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Un olor, un parecido, un ver, una línea de un verso o párrafo de prosa que devuelva hacia atrás, a convivir con el gesto, la risa, las miradas furtivas, lugares, voces humanas para ser reflexionadas con metáforas e imágenes de los recursos de la lógica, del pensamiento sin tenerlo todo claro aun escribiéndolo, pensándolo tras la palabra imagen-realidad, constituyéndose en planteamientos tibio al cuerpo, a lo imaginario, a lo reminiscente. Si escribir es ser, ¿ser qué, para qué? Es lo que es la creación literaria, saber en el no saber, al final o al comienzo: la nada.

Describir las necesidades del ser para la luz, la sombra en unión con el vivir cotidiano, trascendente respecto así mismo, al otro que es una parte de sí mismo. Ser todo lo que se ve y no se ve; lo que se siente y no se siente, ser estando y no estando, hasta desencadenar en presencias que no se puedan tocar como a un cuerpo, hasta no escribirse.

El cuerpo no tiene borde, orilla. Es un todo, cuando lo arropa ese todo-órgano es que está ahí pero no forma parte del todo, por estar “enfermo” esa orilla, su borde.

Un poema, un contar, un novelar, un ensayar con experiencias ajenas y propias para constituir una sola coraza: Pensamiento-Escritura en ebullición. No soy lo que escribo ni lo que pienso, sino soy y eso da pie al eterno retorno de Ser-Siendo a medio estar en todo desembocar escritura, pensar, vivirlo como acto, como gesto naufrago.

Desembocar, permanentemente, en sí mismo para encontrar el borde paradisiaco de convencerse a sí mismo y al otro que es el mismo para todo acto de creación literaria, opinión, grito, mudez.

Soy lo que escribo-pienso solo en el acto en el que me involucro en estado de ebullición como en una travesía de mar infectado de sombras, de pensar en necesidad, que es el que atemoriza al instante, que se convierta en signo oscuro, de referencias de deseos de una libertad que nunca se tendrá por más que el pensamiento-escritura adquiera el estado de necesidad para la nada.

Amable Mejía
amablemejía1@hotmail.com

El autor es escritor.

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