Cómo evitar los malestares e indigestiones producidos por los banquetes navideños
Tras las comidas y cenas especialmente abundantes, típicas de estas fechas, surgen los problemas de indigestión, acidez y ardor de estómago.
Los síntomas son inequívocos: sensación de quemazón o ardor que comienza en la boca del estómago y llega hasta la garganta, percepción de que la comida vuelve a la boca, especialmente al agacharse o recostarse, sabor ácido en la boca, etcétera.
Aunque es molesto y desagradable, si se trata de un hecho puntual, desde el punto de vista de salud no es algo alarmante ni peligroso.
Otra cosa es que el episodio se repita al menos un par de veces a la semana y se prolongue mucho tiempo. En ese caso se trata de una enfermedad llamada reflujo gastroesofágico (RGE).
Al ingerir alimentos, éstos pasan del esófago al estómago, que produce los ácidos que ayudan a descomponerlos para su digestión. Estos ácidos nos permiten digerir las proteínas y prepararlas para que las enzimas las dividan en aminoácidos.
El esfínter del esófago (un anillo de fibras musculares en la entrada del esófago) se cierra como una válvula una vez ha pasado por él la comida, así evita que los ácidos gástricos “suban”. Pero cuando esto no ocurre, el ácido penetra en él, junto con la comida y se producen los síntomas mencionados.
Muchos que sufren estas molestias se contentan con ir a la farmacia y comprar un medicamento que consigue aliviarlos.
A veces hasta los médicos recurren a estos medicamentos para tratar el reflujo gastroesofágico.
Pero aunque la mayoría de las medicinas contra el ardor de estómago actúan disminuyendo la acidez gástrica, esos ácidos están ahí por algo. Y ese algo sirve para permitir la digestión que se ve claramente afectada.
Así es que aconsejo tener mucha prudencia con los fármacos antiácido a largo plazo. Evitar tomar alimentos contraindicados por su médico en caso de ardor de estómago crónico.
También puede ser útil elevar la cabecera de la cama unas pulgadas o centímetros y realizar algo de dieta entre esas comidas tan fuertes y copiosas.
Tengan especial cuidado con las personas mayores de 65 años.
¡Prepárense para sentir el estómago ligero y el placer de una buena digestión!
Pero no hay que amargarse la vida. Es bueno disfrutar de esas suculentas comidas que suelen organizarse en familia y/o con amigos.
Soy de la opinión de que, en términos generales, lo que es bueno para la mente es bueno para nuestro organismo.
¡Felices fiestas!