Editorial Opinión

Execrable

Execrable

La historia de los seis cadáveres de bebes encontrados en la puerta del cementerio Cristo Salvador, en Santo Domingo Este, consterna a una sociedad que no se repone de tan penoso suceso que las autoridades están compelidas a esclarecer y establecer responsabilidades penales.

Se ha dicho que la dirección del hospital Ciudad Juan Bosch entregó a una funeraria ubicada en la Ciudad Universitaria los cuerpos de los neonatos para que fueran sepultados y que el dueño del establecimiento los confió a un trabajador del camposanto quien no habría cumplido la tarea encomendada.

Falta saber si el hospital cumplió y exigió cumplir con el protocolo que se emplea para sepultar despojos no reclamados por sus familiares y si la funeraria contratada violó los procedimientos al disponer que un chofer entregara los cuerpos de esos neonatos a un zacateca o sepulturero, quien los dejó abandonados frente a la verja perimetral del cementerio.

Taladra el alma la noticia de que los cuerpos de esos bebés fueron tirados como basura, quizás a la espera de que el zacateca cavara un hoyo clandestino en el camposanto, cuya dirección afirmó que no se cumplieron con los protocolos establecidos para proceso de sepultura.

De los seis neonatos dos llegaron muertos al hospital, donde otros dos fallecieron, dos referidos desde Boca Chica y Santo Domingo Este, y dos trasladados desde un centro asistencia de Guerra, ninguno de los cuales fue reclamado por sus familiares.

Las autoridades del hospital Ciudad Juan Bosch contrataron a una modesta funeraria ubicada a considerable distancia para que procediera a sepultar los despojos de esos bebés, por lo que no sorprende que los cuerpos fueran entregados a un zacateca en la entrada del cementerio Cristo Salvador.

Los despojos de esos recién nacidos fueron lanzados frente a una verja perimetral del camposanto, sin que el hospital ni la funeraria cumplieran con el requisito de entrega formal, documentada y en condiciones dignas para ingresarlos al camposanto.

Este suceso execrable, bochornoso, indigno e inhumano, hiere la sensibilidad de la sociedad dominicana que exige que se realice una exhaustiva investigación que identifique a los responsables de tan repugnante proceder, a los fines de que sufran las condignas consecuencias penales y civiles.

El Nacional

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