Al menos ocho personas murieron durante las festividades navideñas, entre los cuales figuran cuatro mujeres y un menor, en indeseada ola de criminalidad, que incluyó dos feminicios y que colmó de luto y dolor a familias y comunidades.
Entre esas tragedias se menciona la de un haitiano que mató a golpes a su compañera sentimental y al hijo de ambos, de dos años de edad, un crimen monstruoso que indigna a la comunidad de Santiago Oeste, donde residía la occisa y su vástago.
Otras tres mujeres fueron asesinadas, una en Hato Mayor, una por su expareja, quien se suicidó, otra en el sector Los Guandules, de la capital, por un oficial un oficial del Ejército, y una tercera ultimada por un desconocido en Villa Mella, Santo Domingo Norte, crímenes todos que causan pesar e indignación.
Falleció ayer el joven de 23 años que sufrió una herida de bala en la cabeza durante una intervención de la Policía para disolver una fiesta callejera en el barrio Pekín, de Santiago, el 25 de diciembre, como si se tratase de una desgracia anticipada cada vez que las autoridades enfrentan a participantes en mentados “teteos”.
El Ministerio Público aun no precisa las circunstancias y causas de la muerte de una pareja de esposos canadienses, encontrados sin vida por su hijo en un residencial del municipio de Villa Riva, provincia Duarte, un caso extraño que involucra la muerte de dos extranjeros en una comunidad relativamente pequeña.
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Taladra el alma el fallecimiento de dos niñas, de siete y cinco años, calcinadas en un incendio que consumió la vivienda donde residían junto a su abuela, quien sufrió quemaduras graves, en el sector Gualey, de la capital, un siniestro que se atribuye a un desperfecto en las instalaciones eléctricas de la casa.
Este prontuario de desgracias no incluye los muertos y heridos en accidentes de tránsito, la mayoría con involucramiento de motociclistas, lesionados en peleas callejeras, ni las decenas de menores intoxicados por ingesta de alcohol. Sucesos provocados por la temeridad, inobservancia y ausencia de valores familiares.
En la postrimería de 2025 se ruega encarecidamente a la ciudadanía que preserve la cordura, que actúe con moderación, sensatez, respeto a la ley y consideración por los demás, para que la llegada del 2026 no coincida con sucesos lamentables o desgarradores como los que aquí se cuentan.

