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Fidel, mujer y cultura

Fidel, mujer y cultura

Chiqui Vicioso

(I)
Al glorioso pueblo cubano, por su irreductible dignidad

El primero de enero de 1959, el comandante Fidel Castro habló sobre la necesidad de redimir a la mujer, víctima de prejuicios y discriminación. En su discurso en Santiago de Cuba, afirmó que la mujer debía ser sujeto activo del proyecto revolucionario y que la Revolución debía desaparecer hasta el último vestigio de su ciudadanía de segunda clase.

En su alegato: “La historia me absolverá” dijo que si el Moncada hubiera caído en sus manos, “las mujeres de Santiago hubieran empuñado las armas”. Además, reconoció la lucha de mujeres como Celia Sánchez, Vilma Espín y Nati Revuelta, quienes jugaron un papel clave en la organización de la Federación de Mujeres Cubanas, fundada el 23 de agosto de 1960.

Afirmó que la mujer es: “Una revolución dentro de la Revolución” y que su participación era esencial para el éxito del proyecto socialista, algo ya demostrado porque quienes sostienen el modelo cubano, contra viento y marea, son ellas, con su lucha cotidiana.

Fidel resumía su visión sobre el avance femenino en cuatro iniciativas: Igualdad con el hombre; participación activa como lideresas en áreas fundamentales del Estado; educación y empoderamiento, sobre todo en formación técnica y, unión y organización a través de la Federación de Mujeres para fortalecer su lucha por la igualdad y justicia social.

En su discurso de 1965, Tercer Pleno Nacional de la Federación de Mujeres, reiteró la lucha por la igualdad de género como tarea prioritaria para la Revolución y el protagonismo de la mujer en la construcción de una sociedad socialista, mas justa y equitativa.

Reencarnando a José Martí, Fidel asumía su rol como maestro y guía de la nueva sociedad, haciendo de sus discursos no solo un despliegue retórico sino metodológico, una conversación con la masa, con preguntas que formulaba y respondía durante sus discursos, convirtiendo en escuela el espacio público.
El secreto de su comunicación estaba en su carisma personal y en su formación. Había estudiado en colegios jesuitas, donde el énfasis de la educación estaba en desarrollar el pensamiento crítico vía la confrontación de las ideas y, resolución en nuevas síntesis, o aprendizajes.

Esa formación lo inclinó hacia la Abogacía, espacio donde podía conjugar su liderazgo, pensamiento crítico y lucha por los desposeídos. En el ejercicio de su profesión descubrió los límites del poder judicial y por ende de su vocación de abogado, y dio el salto a la organización del Moncada. Su historia como líder revolucionario está ampliamente documentada, por lo que narraré, en una próxima entrega, es un episodio con Fidel que explica los reductos del viejo orden en la Cuba de hoy..