El sector del PRD que sacó un 47% en los pasados comicios –ese mismo que muchos plumíferos denominan PPH– no ha tomado las medidas que demandan las circunstancias para recobrar la sigla. No ha hecho valer su mayoría y su accionar se limita a llevar instancias de impugnación al TSC de las decisiones del minúsculo grupo de Miguel Vargas.

Y pese a que ese tribunal ha enseñado el refajo desde el principio, asumiendo posturas parcializadas, se insiste en “tropezar con la misma piedra”. Se trata de un círculo vicioso. No hay que ser estratega político para entender que las instituciones dominicanas, incluyendo al PRD, se recobran mediante una lucha frontal con el PLD y con el gobierno. Pero el conservadurismo del liderazgo impide asumir ese rol. En su defecto, todavía es viable la creación de una nueva sigla que encabece un amplio frente político que reúna a todos los dominicanos opositores al oficialismo.

Sin embargo, no observo ningún paso hacia una dirección ni hacia la otra. El tiempo avanza y nada se hace. Miguel Vargas, en cambio, prepara una convención que podría involucrar a líderes provinciales y municipales del PRD, que aspiran a ser senadores, diputados, síndicos y regidores. Cada uno de esos dirigentes tiene su clientela, lo que equivale a votos en todo el país.

Esos candidatos, naturalmente, tendrían el inconveniente de Miguel Vargas en la boleta electoral, lo que significa una sombra que les impide ganar, pero aglutinarían fuerza para hacer daño a un eventual frente opositor. Se impone, pues, que la franja democrática del PRD actúe con rapidez y demuestre a esos aspirantes que sus posibilidades de resultar electos es el pueblo que las otorga.

El momento demanda de iniciativas del sector democrático. Y así evitar que dirigentes nacionales se involucren en candidaturas sin perspectivas, que, sin proponérselo, ofrecerían fuerza a Miguel Vargas, que es la fuerza del daño, porque podría restar votos a un frente opositor y liberal.

Danilo Cruz Pichardo
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