Opinión

Gato por liebre

Gato por liebre

Todo el que se inscribe y paga el costo de una maestría termina obteniendo el grado. Pero tener una maestría, un doctorado, un PH u otros estudios de cuarto nivel no es sinónimo de capacidad intelectual, porque en el proceso enseñanza aprendizaje se conjugan diferentes variables, siendo determinante la motivación y la capacidad investigativa del alumno.

Ser cristiano —no importa a la iglesia a que pertenezca— tampoco equivale a ser una persona moralmente impecable. Los escándalos de todo tipo que involucran a miembros de las distintas iglesias hablan por sí solos. Muchos cristianos tienen una moral doble. Una que predican y no practican y otra que practican y no predican.

Desde que tengo uso de razón se ha pretendido ofertar garantía de honorabilidad con los evangélicos. Y todavía se escuchan expresiones de este tipo: “Ese señor es evangélico, es una injusticia atribuirle un acto de esa naturaleza”. Pero con la experiencia vivida es para tener a flor de labios la respuesta: “Es evangélico… ¿y? Ya está bueno de que nos sigan metiendo gatos por liebres.

El Art. 39 de la Constitución de la República habla del derecho a la igualdad de los ciudadanos dominicanos, no importa raza, género, creencia, orientación, preferencia, etc., pero todos sabemos que en la práctica las discriminaciones son múltiples en ciertos clubes, discotecas y en las oportunidades de empleo. Si una persona es homosexual o lesbiana se le hace más difícil todo, aparte de que es objeto de expresiones despectivas y hasta de agresiones físicas.

La postura de las iglesias de oponerse al matrimonio de personas de un mismo sexo goza de la aprobación de la mayoría, porque se entiende que la relación natural es hombre y mujer. Hasta ahí estamos de acuerdo. Lo que no se puede aprobar jamás es la persecución desatada por las iglesias contra ciudadanos que, ante la Constitución, disfrutan de derechos civiles. Además, las iglesias, vienen estimulando odios hacia la comunidad gay y eso es condenable.

Es condenable también que las iglesias, en la pasada campaña electoral, coloquen en una lista negra a todos los candidatos a puestos electivos identificados con los derechos civiles de gay y lesbianas. Focalizar ese caso, como si estuviéramos en un país sin problemas y ese es el único, es una falta de seriedad. Es una forma de meterle a la población gatos por liebres.

El Nacional

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