En estos días me he puesto a reflexionar profundamente sobre cuál podría ser el destino político de la República Dominicana luego de transcurrido el proceso electoral de este año 2024 e inexorablemente le llegue la hora del honroso retiro a ciertas figuras políticas de primer orden.
De verdad que he meditado hasta el cansancio de cuál sería el futuro de esta media isla insular cuando por razones fisiológicas normales y entendibles en el año 2028 se pudiera no tener gravitando en el debate y las faenas políticas a los expresidentes Hipólito Mejía, Danilo Medina y Leonel Fernández.
Sería un duro golpe, no hay dudas, pero como todo en la vida, aquello que comienza inexorablemente debe terminar ya que es un proceso dialéctico que debe cumplirse alrededor de las sociedades y los individuos, sin distinción alguna.
Pero la conclusión que he llegado luego de cientos de horas de meditación, de verdad no visualizo en el corto y mediano plazo una generación de relevo con las condiciones mínimas para asumir con integridad los inmensos desafíos y amenazas que ciernen sobre los cielos de la República.
Eso de verdad percibo que somos parte de una generación política, social, cultural fracasada, que ha perdido el rumbo, en dónde poco importa la formación, el bienestar común, la lucha por los de abajo y el amor a su patria. Estamos en una especie de sálvese quien pueda.
Y que no vengan con la solfa de que aquí en las organizaciones políticas existe talento de más para asumir el liderazgo, porque no es así; lo que se han visto hasta el momento no tienen las luces ni los vuelos políticos de sus antecesores de los últimos 60 años.
Quiero dejar claro que no soy de los que se inscriben en la escuela de los siguen las ideas caudillistas o quizás de aquellos que sienten fascinación por los hombres y mujeres predestinados e imprescindibles.
De lo que si somos partidarios es de que desde este momento se inicie un proceso de reflexión y autocrítica sobre el momento presente y lo que se avecina, para cuando de manera definitiva se produzcan esas ausencias estemos preparados y no colapse la nave de febrero.