Los días por venir de Guillermo Moreno estarán marcados por lo que haga o deje de hacer en el cursante proceso electoral. Nacido en Sabaneta, Santiago Rodríguez, cumplirá sus sesenta años de edad el 16 de agosto del año entrante, precisamente cuando concluye este cuatrienio. ¡Ay, esas fechas arcanas! Criado entre escritores y políticos notables, enfrenta el reto de hacerse con la gloria, asumiendo el papel que le toca jugar, con entereza, inteligencia y un elevado sentido de la historia.
Agresivo, usualmente radical, Moreno ha tomado al ex presidente Leonel Fernández como blanco preferido de sus ataques contra la corrupción y el uso abusivo de los fondos públicos, posición que parece atraerle simpatía. Está por verse que ello se refleje en votos. Cuestionables o no, las encuestas le dan una medición muy favorable partiendo de la baja calificación obtenida en las elecciones del 2012. Su partido, Alianza País, se ha visto precisado a recuperar el reconocimiento a los fines de seguir compitiendo en el marco legal.
Es poco probable, para no decir imposible, que para las elecciones del `16 logre posicionarse como un competidor de primera línea, de acuerdo a las proyecciones de crecimiento que observa, siguiendo la ruta de las encuestas y las tendencias naturales de los procesos políticos de la región. Apostar a un fenómeno particular sería una locura dado el predecible comportamiento de una actividad como la política, sujeta a exactitudes científicas. A lo sumo, puede caer en el grupo de fuerzas atrapadas entre los minoritarios y los dos grandes, el PRM y el PLD.
A decir verdad, la imagen que presenta Guillermo Moreno no guarda relación con la posición oportunista de partidos bisagras, a la que los reformistas se han acostumbrado, y el PRD de Miguel Vargas ha asumido con menos decoro. Nadie se lo imagina acomodado en ese rincón oscuro del mapa político local. Manera de claudicar a la que nunca aspiran los hombres que persiguen la gloria en el mejor sentido de la palabra. César prefirió esperar su momento, conquistando provincias para Roma, antes que hacer de comodín o bufón en un reinado que aún no era el suyo.
Moreno no cree en reparticiones, sino en asignaciones políticas, programáticas, lo cual subraya su dignidad y futuro como hombre de Estado. Se sabe valioso, en tanto promesa a mediano plazo, como figura capaz de asumir un rol importante en un gobierno que renueve las esperanzas del pueblo dominicano, promueva los cambios necesarios y nos libere de la dictadura de la injusticia, la corrupción y la impunidad. También sabe que su mayor acierto estará en reconocer que su momento señero no es ahora, en 2016. El sentido común habrá de pautarle las decisiones que hoy tome. Sabe que los votos que pueda aportar o restar a las indetenibles tendencias de cambios escribirán su historia.