Hace 40 años, los sectores democráticos de la República Dominicana (con la Central General de Trabajadores (CGT) al frente) dieron una elocuente muestra de unidad e integración al trabajo tesonero y montaron el más exitoso acontecimiento político cultural de América.
Teniendo como escenarios el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, los clubes culturales y deportivos, los sindicatos, Casa de Teatro y diferentes estadios del interior, la población dominicana y el mundo pudieron disfrutar de las presentaciones de los artistas que cantaban a las necesidades sociales de los diferentes países.
Siete Días con el Pueblo no fue el único logro alcanzado por la CGT. Esa Central jugó un inmenso papel en la lucha por los derechos de los obreros, campesinos, profesionales, estudiantes y la sociedad, en sentido general.
La unidad entre los dos más grandes líderes del movimiento sindical, como eran Julio de Peña Valdez y Francisco Antonio Santos, fue la clave más importante para que esa institución, a pesar de la gran represión del gobierno balaguerista, cumpliera de manera efectiva con su rol.
Traigo a colación esos episodios porque -precisamente- Julito y Santos dieron una gran muestra de desprendimiento al mantener la unidad del sindicalismo honesto por encima de sus intereses personales o grupales.
Todos sabemos que Balaguer mantuvo preso en La Victoria a De Peña Valdez por ser el indiscutido líder del sindicalismo nacional y la más alta voz de los proletarios dentro del Movimiento Popular Dominicano (MPD). Nunca está demás mencionar que -en ese entonces- los emepedeístas eran quienes dirigían la lucha de la casi totalidad de sectores adversos al balaguerismo. Por esas circunstancias, los círculos revolucionarios advertían una gran división dentro de la CGT.
Sin embargo, esos dos titanes se engrandecieron un mundo cuando el ocupante Santos puso a disposición de Julito su cargo, diciendo que era él (el recién liberado) quien por su larga lucha lucha merecía asumir el liderazgo de la más combativa organización sindical de ese momento. Asombrados, todos vieron cómo el dirigente emepedeísta le dijo que no. Le pidió a Santos que continuara al frente de la entidad y que él pasaba a ser su Secretario de Educación, no obstante ser el líder.
Julito comprendió que la CGT se beneficiaba más con Santos y que esa acción debilitaba cualquier la represión de las fuerzas gubernamentales.