Con la preparación académica, incremento de su participación en el mercado laboral y su independencia económica, muchas mujeres dominicanas han superado el histórico rol de ama de casa, pero en esa misma medida han crecido las infidelidades femeninas, la destrucción de hogares y los feminicidios.

Los valores machistas de nuestra sociedad son muy arraigados, al punto que la infidelidad masculina se observa como normal, mientras hay una persecución social en contra de las mujeres que tienen sexo fuera del matrimonio.

Y el machismo dominicano no está solo en la conducta de los varones, se expresa también en las mujeres, que suelen ser más tolerantes a las infidelidades sexuales, al extremo que no faltan las que alegan que los hombres pueden, nosotras no.

Sin embargo, las mujeres sienten tanto apetito sexual como el hombre. Cuando el hombre ve una mujer que le gusta hace las imaginaciones más placenteras, rogándole a Dios por un eventual encuentro con esa dama, mientras muchas féminas privan sus emociones y se sacrifican por las posibles repercusiones.

Se trata de conductas propias de la desigualdad de género, pero que es parte de la cultura dominicana. La mujer sufre las infidelidades, pero regularmente le falta hasta decisión para la ruptura de la relación. El hombre no solo siente dolor, sino que, dado su temperamento fuerte, baraja alternativas que a veces involucran la violencia.

Con el asunto de los feminicidios se ha teorizado mucho, pero no he visto a nadie decir que el hombre se vuelve loco cuando se la pegan. Y un loco es capaz de cualquier cosa.